Un mundo de oportunidades, también ahora

Seguimos anclados a la actualidad y el día a día de cualquier inversor viene marcado por los titulares, muchos de ellos protagonizados por el presidente estadounidense Donald Trump. Y, en medio de este entorno nebuloso, hace unos días revivimos uno de esos momentos históricos -como la pandemia, la erupción del volcán de La Palma o la guerra de Ucrania-, con un apagón total en la península ibérica. La incertidumbre se ha vuelto, pues, cotidiana.
Nos ha tocado vivir años convulsos y sería una irresponsabilidad ignorar los desafíos que tenemos por delante. Sin embargo, debemos alejarnos un poco del corto plazo y encarar esta sinuosa situación con perspectiva. Las crisis también han representado, históricamente, momentos de ajuste, de reinvención y, por supuesto, de oportunidades. Lo pudimos ver tanto en la revolución industrial como en la crisis energética de 1973 o en la burbuja tecnológica del 2000, en la que desaparecieron muchísimas empresas, pero sobrevivieron siete sobre las que se construye el mundo que vivimos hoy.
En este contexto de incertidumbre es donde el asesoramiento financiero juega un papel clave. El acompañamiento de un profesional del sector no solo ayuda a mantener la estrategia personalizada previamente definida y a no actuar influenciados por las emociones, sino que también permite conocer nuevas oportunidades de inversión que cobran cada vez más relevancia en el entorno actual, como, por ejemplo, las energías renovables, la transición digital, la vivienda sostenible o la conectividad global… Todo esto necesita financiación y puede generar rendimientos interesantes para quien sepa mirar más allá de la tormenta.
Pero, cuidado, no podemos disfrazar de optimismo lo incierto, por lo que es imprescindible entender que, en este abanico de nuevas oportunidades que se presentan, es importante seguir huyendo del market timing y también evitar adivinar cuál de todos estos sectores o qué empresas serán las que mejor futuro tienen y pueden darnos una mayor rentabilidad. Por ello debemos buscar las soluciones que más se adapten a nuestros objetivos y características y, sobre todo, que nos permitan diversificar nuestras inversiones como, por ejemplo, los fondos de inversión, para evitar jugárnosla a una sola o unas pocas cartas.
En este sentido, la receta no ha cambiado: diversificar por sectores y geografías, mantener la planificación trazada e ir de la mano de un asesor financiero para aprovechar las ventanas de oportunidad que se abren cuando otros dudan. El momento actual genera confusión y, sin duda, la clave está en la capacidad de los inversores (y de sus asesores financieros) para alejarse del primer plano y ser capaces de ver el bosque en su conjunto.
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