¿Israel en Eurovisión?
La UER plantea sancionar a RTVE por hacerse eco de la guerra en Gaza cuando iba a actuar la participante israelí en la semifinal del pasado jueves
Eurovisión amenaza con multar a RTVE si vuelve a mencionar el número de víctimas en Gaza durante la actuación de Israel
Melody será la que mejor luzca la bandera de su país esta noche

En condiciones razonables Israel no debería de haber participado el pasado año en Eurovisión. Su delegación acudía con matonismo y con la aureola del supremacismo con que trabaja su diplomacia. Aprovechan los históricos complejos de las democracias europeas para sacar ventaja de sus imposiciones a pachas con Estados Unidos. Un país como el actual Israel, que masacra con saña y sin miramientos un territorio que no es de su jurisdiccion en nombre de su justificación antiterritorista, no tiene cabida en un foro de encuentro como Eurovisión. No podemos cantar mirando a otro lado.
Ya el pasado año, con el televoto movilizado hacia su favor de forma forzada e interesada, se promovió una mala práctica que si lo hubiera ideado cualquier otro país su televisión hubiera sido como poco amonestada. Este año se ha vuelto a repetir. Para el jurado Israel era 15º, 60 puntos.El público, en teoría, ha experimentado un furor por la insípida balada israelí y se volcó en el móvil. Trece países, incluido España, ha dado sus 12 puntos de las casas a Israel. No, no ha sido por gusto musical.
El patrocinador de Eurovisión es, curiosamente, de Israel. Países Bajos, en el episodio más desconcertante vivido en los últimos años, fue expulsado de la pasada final porque su representante, alterado tras la rueda de prensa junto a la cantante israelí, tuvo un extraño y no aclarado incidente con una trabajadora de la organización, de la televisión sueca.
En este año, intentando un perfil más contenido, pero con otra canción con tintes propagandísticos, Israel volvía a participar tras anunciarse un debate sobre su participación, que dudamos que llegue a producirse. Pero hay que debatir la presencia de este país en un foro que canta a la concordia entre naciones. De eso va el carácter ‘apolítico’ de Eurovisión: de la defensa de valores esenciales, de ser exponente de la multiculturalidad, de la diversidad, del apoyo a los derechos humanos, por ejemplo.
En Eurovisión subyace la política, como todo lo que son acontecimientos internacionales, pero precisamente hay líneas que delimitan cómo es ese tablero de convivencia. Países que provocan un guerra como Rusia no pueden estar en el Festival de Eurovisión. Y como es el caso de Israel: cuando su contraataque a Hamas origina una destrucción tan indiscriminada entre tantos inocentes.
Los comentaristas de TVE en Basilea se hicieron eco de esta situación, pidieron paz para Gaza, y por ello la UER, en pro de una aparente neutralidad, plantea medidas sancionadoras. Una multa, o incluso una posible descalificación, por solidarizarnos con niños asesinados.
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