Un enemigo íntimo en el cruce definitivo del Sevilla

El Sevilla irá a Vigo por el triunfo que termine con la agonía sabiendo lo que habrá hecho Las Palmas contra el Rayo antes de que Diego Martínez vuelva a Nervión

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Diego Martínez es abrazado por José Castro tras el ascenso a Segunda División del filial en 2016.
Diego Martínez es abrazado por José Castro tras el ascenso a Segunda División del filial en 2016. / Sevilla FC

07 de mayo 2025 - 06:24

El Sevilla se ha instalado en la ansiedad. Mirar el calendario que tiene por delante y el de sus rivales directos por evitar el descenso y hacerlo con la tablilla de la clasificación y los goal averages particulares con dichos contrincantes encoge las entrañas al sevillismo. Los más agoreros ya ven en Segunda División al equipo, llevados por ese fatalismo al que se ha visto abocado un club en una crisis sin fin en las tres últimas temporadas, con la milagrosa salvedad de la Europa League que levantó en Budapest en mayo de 2023 de la mano de José Luis Mendilibar. Otros, en cambio, apelan a la objetividad y al optimismo: el Sevilla, todavía, depende de sí mismo. Tiene su salvación en su mano, y mejor solventarla cuanto antes.

Con seis puntos sobre el equipo que marca el descenso, Las Palmas, el Sevilla tiene que estar muy pendiente de lo que haga su perseguidor este viernes en el Estadio de Gran Canaria frente al Rayo Vallecano, la víspera de visitar al Celta de Vigo. De pronto, el club de Nervión se juega su supervivencia en la élite frente a un viejo conocido, Diego Martínez.

Los tres éxitos de Diego Martínez con el Sevilla

Se trata de un hombre que saboreó las mieles del éxito en la ciudad deportiva José Ramón Cisneros Palacios y el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán: la Copa de Campeones con el Sevilla juvenil en 2012, la Europa League de Turín 2014 como ayudante de Unai Emery, y el ascenso a Segunda División del Sevilla Atlético en 2016, mientras el equipo de Emery ganaba su tercera UEL consecutiva.

En 2017 dejó el filial y separó su camino del Sevilla: Osasuna, Granada -el club donde cosechó los mayores éxitos con un ascenso a Primera, clasificación europea y el hito de llegar a los cuartos de final de la Europa League...-, y un curioso episodio del que fue sujeto pasivo indirecto y que está en el origen de la crisis deportiva que ha traído al Sevilla hasta la actual situación, entre otros muchos factores.

Aquel bulo que enfadó a Lopetegui

El 15 de mayo de 2022, con el Sevilla en Madrid para jugarse el cuarto puesto y su clasificación a la Champions en el Metropolitano, el diario Marca sacó que Monchi había llamado a Diego Martínez, aquel curso sin equipo, para relevar a Julen Lopetegui. Y esto provocó una fuerte discusión entre el director deportivo y el técnico, que le preguntó si era verdad aquella información que rápidamente desmintió el gestor de San Fernando de forma rotunda. Pero aquello produjo un cisma que ambos intentaron arreglar al final de la temporada con una reunión en la que consensuaron una continuidad ya muy forzada y que llegó hasta octubre.

El mal inicio de temporada emborronó el ambiente y Lopetegui fue destituido antes de dirigir su último partido, en Nervión contra el Borussia Dortmund en la fase de grupos de la Champions. Era la primera vez en la historia del club que un técnico dirigía un partido ya destituido... A raíz de ahí empezó el baile de entrenadores: Jorge Sampaoli, José Luis Mendilibar, Diego Acosta, Quique Sánchez Flores, Xavi García Pimienta... y Joaquín Caparrós, con la marcha de Monchi en junio de 2023 tras la consecución de la séptima UEFA Europa League en el llamado milagro de Budapest.

El agente de Diego Martínez negó con rotunidad a este diario cualquier tipo de contacto en aquella primavera convulsa de 2022. Pero aquello creó ya una división interna, el matrimonio Monchi-Lopetegui había quedado tocado ante los ojos del sevillismo, que ya se había cansado del juego del guipuzcoano.

La resistencia de Las Palmas

Esta temporada, Diego Martínez, tras sus aventuras efímeras con Espanyol (22-23) y Olympiacos (23-24) cogió Las Palmas en una situación extrema: colista tras sumar tres puntos en las nueve primeras jornadas. Parecía abocada al descenso. Pero ganó sus dos primeros partidos e insufló esperanza. Las Palmas revivió, hasta que una pésima racha de doce partidos sin ganar entre enero y abril parecía de nuevo condenarla ya inexorablemente. Sin embargo, los triunfos sobre Getafe (1-3) y Atlético (1-0) la revivieron y mientras tanto el Sevilla se empeñó en estancarse. Y así están las cosas ahora.

El equipo de Caparrós vive preso de la ansiedad en la que se ha instalado todo el sevillismo cuando está apenas a un triunfo de acabar con esa agonía. Y jugará en Vigo, ciudad de origen de Diego Martínez, que fue canterano del Celta, sabiendo qué ha hecho Las Palmas contra el Rayo, antes del cruce definitivo con este enemigo íntimo el martes 13 en Nervión. Si no gana su partido Diego Martínez y puntúa el Sevilla el sábado de Feria, en el Ramón Sánchez-Pizuán se podrá confirmar ya la salvación. En caso contrario, se desbocarán los miocardios. En Balaídos está el antídoto contra el pánico.

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