Cuatro óperas y una zarzuela
Teatro de la Maestranza. Temporada 2025-26
La lírica del Maestranza crece a base de conciertos y recitales, no de ópera en escena

Hace tiempo que el Teatro de la Maestranza fijó su capacidad de producción escénica en cuatro óperas, un ballet y una zarzuela por temporada. Y parece difícil que eso cambie. Desde que la Sinfónica de Sevilla ocupa el escenario principal del teatro para sus ensayos, las semanas libres son las que son y el tiempo, pese a Einstein y Hawking, no puede estirarse.
Por supuesto me refiero a producciones escénicas con orquesta en el foso y varias funciones, el corazón de la temporada, el programa grande, para entendernos. Así que aunque es cierto que el próximo curso el número de representaciones aumenta y una parte importante de ese aumento se lo lleva la lírica, para lograr ese objetivo el teatro recurre a las óperas en concierto (o semiescenificadas, da igual), que se hacen un solo día, y a los recitales. Parte de ese aumento se debe también a la confluencia con el nuevo Festival Sevilla Ciudad de Ópera, cuya primera edición se presentará en unos días.
Con todo ello la oferta para el año 25-26 tiene suficientes puntos de interés. De las cuatro óperas del programa grande, dos son novedades absolutas: la Lucrezia Borgia de Donizetti y El sueño de una noche de verano de Britten (¡tanto tiempo sin un Britten!) y las otras dos, títulos muy populares (Don Giovanni y Aida), que abren y cierran temporada como ganchos para el gran público. El título de Britten llega además en producción de Laurent Pelly, uno de los grandes de la comedia, lo que es un atractivo añadido. El espacio de la zarzuela lo ocupará este año una ópera, ya que se ofrecerá la Marina que Arrieta transformó en ópera en 1871.
En torno a este núcleo duro, se articula una oferta lírica de interés tanto por las óperas en concierto como por los recitales. Entre las primeras, una Fairy Queen de Purcell con Les Arts Florissants y un Orfeo ed Euridice de Gluck con Cecilia Bartoli en el rol principal. Además se recupera El barbero de Sevilla de Paisiello (recuerdo una antigua representación en el Lope de Vega, pero nunca se ha hecho en el Maestranza) y se arriesga con un Einstein on the Beach de Philip Glass nunca antes escuchado en la ciudad. Al ámbito de la ópera de cámara pertenecen el Don Juan no existe de Helena Cánovas, estrenada en 2024 en Peralada (que se lleva al escenario de Artillería), y Cabildo, una ópera de la estadounidense Amy Beach que se hará en la Sala Manuel García como estreno en España.
En el capítulo de recitales, los nombres son todos de primerísima categoría mundial: los contratenores Franco Fagioli y Jakub Józef Orliński y los tenores Xavier Anduaga y Juan Diego Flórez. Lástima que los cuatro actúen con acompañamiento pianístico. En compensación, la soprano rusa Julia Lezhneva llegará acompañada por Il Giardino Armonico en un programa coproducido con el Festival de Música Antigua, que volverá a cerrar en Domingo de Ramos con una Pasión (esta vez toca la San Mateo) de Bach.
El concierto de Lezhneva se ha incluido dentro del ciclo Gran Selección, que resulta también muy estimulante. Philippe Herreweghe viene con su Orchestre des Champs-Elysées para hacer Beethoven, la Orquesta de Cámara de Europa será dirigida por Antonio Pappano con la joven prodigio granadina María Dueñas como solista, Martha Argerich ofrecerá el Concierto en sol de Ravel junto a la ROSS dirigida por Charles Dutoit, la OCNE hará con Pons Un réquiem alemán de Brahms y la Sinfónica de Londres traerá a uno de los mayores talentos jóvenes del piano, el coreano Seong-Jin Cho, que debutará así en Sevilla. Además Teodor Currentzis volverá con su MusicAeterna al teatro tras su inolvidable Requiem de Mozart de 2024, esta vez para un programa solo instrumental (Anillo sin palabras de Wagner) y repetirán la Orquesta de la Baremboim-Said y la OJA. Como otros años, los recitales pianísticos se reducen a su mínima expresión, aunque la calidad está fuera de toda duda, ya que será Arcadi Volodos, un grande, quien cubra ese espacio.
Otros deberán ser quienes comenten el resto de oferta del teatro (de la danza y el flamenco a la cámara, las jóvenes audiencias y el ciclo Cita en Maestranza), que se mantiene en parámetros parecidos a los últimos años. Una oferta estrangulada en su crecimiento desde hace tiempo. Va siendo hora de que Sevilla se tome en serio la puesta al día de su infraestructura cultural y que haya alguien que tenga la ambición y el coraje de ir más allá de los tópicos huecos que se repiten cada año en la presentación de temporada, cuando se insiste en proclamar al Maestranza como “el teatro más importante del sur de Europa” (habría que preguntar qué se entiende exactamente por “sur de Europa”). El Maestranza ha alcanzado su techo: no puede dar más de sí. La ROSS necesita un auditorio propio. Tal vez entonces se rompería por fin este cuello de botella y la ciudad podría empezar a mirar al futuro con un poco más de ilusión y de esperanza.
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