
Antonio Silva
Arte Sacro entre Pakistán y el IVA
Desde que en 2023 fuera incluido el Arte Sacro como Bien de Interés Cultural de Andalucía e inscripto en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz hasta nuestros días los profesionales y artesanos –la inmensa mayoría bajo el paraguas defensor de la Asociación Gremial que con acierto preside Paco Carreras- están sufriendo dos ataques incomprensibles por la pasividad y permisividad de las administraciones, las mismas que buscaban rápido la foto con los artesanos para los anuncios rimbombantes y después “ya vemos como lo podemos solucionar”.
El primero de estos ataques viene desde el gobierno central cuya ministra de Hacienda, la sevillana María Jesús Montero, ha dicho por activa y pasiva que el IVA se reduciría al 10 por ciento, lo que sin duda aliviaría la alta presión fiscal a los talleres y permitiría competir mejor en el mercado global, no sin olvidar la posible creación de nuevos empleos.
No es excusa alguna decir que la medida iba incluida en el famoso decreto ómnibus de enero de este año y que el congreso no aprobó por el voto en contra del Partido Popular. A esa situación a mi juicio la calificaría y permítanme la expresión “utilizar el arte sacro como escudo para atacar a la oposición.” Si el Gobierno realmente quiere aprobar esta medida no puede esperar seis meses sin solución alguna. Hay muchas otras formas de aprobar propuestas en el Congreso aparte de los Reales Decretos. Gobernar es tomar decisiones y es evidente que incluso teniendo el apoyo suficiente para conseguir mayorías en el Parlamento no ha habido voluntad de buscar otro camino legal para aprobar esta medida tan largamente anunciada. Entiendo el desánimo de los artesanos y la falta de credibilidad de tantas promesas que se esfuman tras la foto de rigor.
Pero si bien este asunto puede tener una solución a corto plazo, el acoso que suponen los bordados en Pakistán es harina de otro costal. En primer lugar, no se entiende la complicidad de algunas hermandades haciendo estos encargos. Estas actuaciones demuestran dos cosas: de un lado una falta de respeto a esos cientos de profesionales del arte sacro que durante siglos han sido los verdaderos artífices del esplendor de las mismas.
Y por otro lun evidente decaimiento de la excelencia artística de nuestra Semana Santa. ¿Se imaginan ustedes un manto, por ejemplo, como el que ha sacado el pasado fin de semana la Amargura, pero hecho en Pakistán? La intromisión de este tipo de bordados en nuestro arte sacro demuestra además de desconocimiento de la historia y la tradición artesanal que en determinadas juntas de gobierno se impone un sentido mercantil de la gestión con la explicación absurda de que bordar en Pakistán es más barato. Claro no me extraña si explotan a los trabajadores y además plagian los dibujos de nuestros artistas.
En este tema creo que la Junta de Andalucía, por su declaración de Bien de Interés Cultural, e incluso el Ayuntamiento de Sevilla por cuanto repercute en nuestra Fiesta Mayor deberían iniciar las acciones diplomáticas e institucionales a través del ministerio de Asuntos Exteriores para encontrar una fórmula legal que impida a Pakistán hacer estas tropelías que van más allá de la competencia leal del mercado
Lo que no se puede permitir es que la Asociación Gremial de Arte Sacro haga su lucha como llanero solitario en estos asuntos. De nada valen los 2,2 millones de euros que este año destinará la Junta de Andalucía en ayudas si en el asunto de Pakistán o el del IVA se ponen de perfil. En política todos quieren fotos amables. Y retratarse en estos dos asuntos no lo es.
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