El encanto de la distancia

La aldaba

Sevilla gana con tierra de por medio porque está sobrada de piropos y aparenta altivez como una señorona venida a menos

Aquella víspera de cónclave con un cardenal elector

¿Quién es el español que más ha tratado a Francisco?

La belleza de un contraluz.
La belleza de un contraluz. / Antonio Pizarro

05 de mayo 2025 - 04:00

Haremos como dos tortolitos que se evitan, que no se miran, se esquivan y dejan puesto ese retrovisor natural del rabillo del ojo. La verdad es que tampoco nos costará mucho trabajo, pues tú siempre has sido un tanto gatuna y engreída porque te sabes rabiosamente aliada de los días de cielos limpios y luz cegadora. Nosotros, tú y yo, nunca hemos sido de pregonar nuestra afición, acaso compartirla en círculos reducidos. Tú a lo tuyo, yo a lo mío. Dudo que nos encontremos, o tal vez sí de forma inesperada, sin previo aviso, porque las circunstancias quieran jugar a juntarnos como tantas veces. Alguna bola hay en el bombo, aunque tú hagas como siempre: ir de sobrada por la vida, por tus calles, por tus horas de hermoso vacío en las mañanas. Siempre vas con tus aires de grandeza, altiva, autosuficiente y señorona que se cree con derecho a todo por el mero hecho de una belleza que nadie discute. Estás harta de piropos, así que siempre he sido de los de mantenerte a raya al dedicarte los elogios precisos. Te molesta que te asocien con la vanidad, la mentira de diseño y la noche estruendosa, pero toda belleza tiene su trastienda, todo rostro perfecto sus horas de camerino y toda exhibición su esfuerzo previo. Eres orgullosa, embaucadora y tremendamente celosa. A veces puedes ser insoportable, sobre todo con el rostro ajado por la noche alta y el sentido del humor como un paso con un costero derrumbado. Qué duro se te hace no tener unas vísperas en condiciones en la ciudad que se recrea con solo pensar en la llegada de las grandes fechas. Todos los que te quieren te resultan pocos. Quizás sea porque aspiras al amor permanente que dura todo el año, pero no lo consigues. Te recuerdan, te evocan, te refieren... Pero tu sitio es otro.

No me echarás de menos, yo tampoco a ti. Cada pájaro a su alpiste. Estaremos concentrados en nuestros quehaceres, que no son pocos. Me llegará algún eco de tus ínfulas, tus pretendientes y las mil historias que componen tu vida. Te llegará poco o nada de mí. En el mejor de los casos puede que notes un pequeño vacío porque te falte algún guardián de tus mañanas. Siempre hemos sido pocos, pero fieles. Aunque a ti la fidelidad te importe poco. Y desprecias al que no te rinde pleitesía, aunque en el fondo sufras, porque eres una gran aristócrata venida a menos. Has conocido las grandes visitas, pero ya... Ay, qué poco te queda de aquellos años. En la distancia también se te quiere, porque hay ciudades que ganan cuando uno se aleja de ellas. Tú sentirás más el vacío, porque te toca quedarte y hacer como si nada hubiera pasado. Porque padeces de un narcisismo que forma parte de tus valores. La barbilla alta, la respiración honda para que se te hinche el pecho y la mirada al cielo que nos une. Insoportablemente bella. Con más encanto si cabe en la distancia. No me lo perdonarás porque eres de fuerte carácter. Roma locuta, causa finita. Tú a lo tuyo. Con la gran verdad de tu mentira. Te lo digo porque sé que te molesta. Y así... Te acuerdas un poco de mi.

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