
El balcón
Ignacio Martínez
Opas malas y buenas
Este 9 de mayo conmemoramos el 75 aniversario de la declaración de Robert Schuman que abrió paso a la creación de la actual Unión Europea. Sólo hacía cinco años que habían callado las armas en Europa cuando el ministro francés de Asuntos Exteriores propuso que la producción siderúrgica de los antiguos enemigos, Francia y Alemania, fuera gestionada en común, en una organización abierta a los demás países que compartieran los valores de la democracia, los derechos y libertades fundamentales y la economía social de mercado. Paso a paso se fueron ampliando los ámbitos de acción y se fueron uniendo nuevos Estados, hace 40 años que nos unimos España y Portugal.
Es sabido que la Unión Europea se crece en las crisis, pero este día de Europa nos encuentra en una situación distinta: no ya una crisis sino probablemente un cambio de paradigma.
Es ya lugar común afirmar que en este segundo mandato el presidente de Estados Unidos le ha dado la puntilla al orden mundial liberal que nació después de la Segunda Guerra Mundial. Por eso consideramos importante poner de relieve que la Unión Europea está llamada a ser el baluarte de una paz mundial basada en normas y en valores.
El presidente Trump ha volado el paradigma de seguridad transatlántica en el que hemos vivido tres generaciones de europeos. Además, está erosionando el frente común que estadounidenses y europeos habíamos construido para apoyar a Ucrania frente a la agresión de la Rusia de Putin. Como reacción, la Unión y sus Estados Miembros estamos dando pasos de gigante hacia un Sistema Europeo de Defensa y Seguridad, una defensa autónoma con su propia cadena de mando a la que encomendemos nuestra defensa territorial, bien como pilar europeo de la OTAN o al menos como mecanismo compatible con ella. Si la UE quiere ser un actor global, que puede y debe, hay que ser consciente del costo político que supone fortalecer la defensa y la seguridad, ponerse manos a la obra y pagar la factura también.
Es el momento de abrir las puertas de la UE, con cautela, a aquellos Estados que comparten principios y valores y están dispuestos a trabajar por los mismos objetivos. Pero también, esta nueva situación nos obliga a pensar en grande, a mirar más allá del horizonte cercano y tener la posibilidad de encontrar nuevos aliados que nos permitan extender el relato europeo más allá del continente.
Trump también está pretendiendo poner fin a décadas de comercio internacional abierto, imponiendo de forma unilateral y sorpresiva aranceles desorbitados. En un momento en que están en peligro los efectos positivos de la globalización, la Unión Europea tiene la obligación de responder de forma unívoca a caprichos unilaterales que perjudicarán a los más desfavorecidos. Y tenemos oportunidades claras: diversificación de mercados, impulso a la reindustrialización verde y liderazgo en energías renovables. La clave será adaptar nuestra economía a un contexto menos dependiente de Estados Unidos, reforzando alianzas fuera de Europa y fomentando una mayor internacionalización de nuestras empresas.
Ante el negacionismo climático, el Clean Industrial Deal, aprobado por la Comisión Europea en febrero de 2025, es una iniciativa clave para impulsar la competitividad y resiliencia de la industria europea a través de la descarbonización. El pacto promueve la producción limpia, reduce la dependencia energética y fomenta la economía circular. Esta estrategia representa una gran oportunidad para regiones como Andalucía, que destaca por su potencial en energías
renovables y el desarrollo del hidrógeno verde, posicionándose como un actor clave en la transición hacia una economía climáticamente neutra y ambientalmente sostenible.
En la conferencia de seguridad de Munich, celebrada el pasado mes de febrero, el vicepresidente JD Vance indignó a los europeos, acusando a nuestras Instituciones de alejarse de los valores compartidos y censurar la libertad de expresión. En las elecciones del pasado año, los partidos de ultraderecha ganaron posiciones en el Parlamento Europeo, y los hemos visto avanzar en las elecciones de Francia, Alemania o muy recientemente en Rumanía. También en España.
Pero un nuevo espíritu ciudadano europeo está surgiendo en todo el continente. Lo vimos el pasado 15 de marzo en Roma, donde se reunieron más de 50.000 personas, pero también en Tiflis, Budapest, Bucarest, Belgrado, y en muchas otras ciudades europeas. Vuelven los manifiestos europeístas, evocando Paneuropa y Ventotene. El último Eurobarómetro sigue indicando que el apoyo a la integración europea es elevado, y por ello esperamos que las convocatorias que nos llaman a concentrarnos este 11 de mayo en diversas ciudades españolas sean un éxito parecido.
Hace 75 años, la declaración Schuman ya afirmaba que “la paz mundial no puede salvaguardarse sin realizar esfuerzos creativos proporcionados a los peligros que la amenazan”. Confiamos en nuestra creatividad y en nuestro esfuerzo, transformemos en grandes oportunidades los graves desafíos con los que nos encontramos.
Este año, más que nunca, hace falta más Europa.
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