Una descarga de energía
Tercer cielo | Crítica

La ficha
***** 'Tercer cielo'. Voces, cuerpo: Rocío Márquez. Programación, sintetizadores: Bronquio. Movimiento escénico y coreografía: Antonio Ruz. Vestuario y espacio escénico: Roberto Martínez. Diseño de iluminación: Benito Jiménez. Espacio sonoro: Javi Mora. Concepto y dirección artística: Emilio Rodríguez Cascajosa y Juan Diego Martín Cabeza. Lugar: Teatro de La Maestranza. Fecha: Jueves, 1 de mayo. Aforo: Media entrada.
Rumbas, seguiriyas, bulerías, milonga, villancicos, tangos, rondeña… melodías tradicionales, es un decir, y de nuevo cuño. Con textos de Livia Marín Arizaga, Macky Chuka, Unamuno, Lorca, Carmen Camacho, Bronquio, Agustín de Hipona, Rocío Márquez, Luis García Motero y Antonio Mairena, perfectamente articulados en las melodías clásicas de lo jondo. La cantaora hace un magnífico despliegue vocal que va desde la intimidad y la dulzura hasta el desgarro y la fiereza. A veces se crece por encima del acompañamiento electrónico, que ya es decir. Pero aquí la máquina es un aliado. Siempre debiera serlo, ¿verdad? A veces la máquina nos mira con ojos llorosos … y no nos podemos resistir. Todas las emociones pasan por la escena. También el recogimiento, la pena y el miedo. Y el encuentro, el deseo, el amor. También hace Márquez un enorme despliegue corporal merced a la coreografía de Antonio Ruz. Ambos están desnudos en la escena. Arropados por la mera maquina, la luz, y unas cortinas por toda escenografía. También están Los Mellis, Antonio Serrato, Lorena Álvarez, Xoan Sánchez … enlatados. Pero, como decía arriba, la lata puede estar más fresca que una lechuga pocha en directo. Solo debemos saber tocar la tecla adecuada. Y sí, arropan. Descargas vitales como los verdiales que invitan a bailar en el fin del mundo. El fin del mundo de todos los días. Todos los días muere un mundo, y no solo el lunes pasado por la tarde. Hay otros garrotines, pero están en este, como demostró una vieja grabación del Niño del Genil.
La propuesta se presenta como una sucesión sin apenas solución de continuidad. Un todo, un flujo continuo, una marea que nos desborda desde el sonido, la luz y los textos. Cada cambio de luz hace aún más trasparente la escena, y lo mismo sucede con los cambios de vestuario y de ritmo. Desde la austeridad hasta la trasparencia.
Tercer cielo es una descarga energética y vital.
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