‘El cielo de los animales’: en el sur se dice adiós de otra manera
Santi Amodeo estrena su nueva película, la adaptación de un libro del estadounidense David James Poissant con la que aborda desde un tono austero el dolor de la pérdida.
Crítica de 'El cielo de los animales'

El cineasta Santi Amodeo llegó a los cuentos de David James Poissant, reunidos en el libro El cielo de los animales, por recomendación del director de arte Sebastián Orgambide, que le vaticinó que en aquellos relatos encontraría el material para su siguiente película. El escepticismo con el que Amodeo acogió esa premonición –“me habían dicho eso muchas veces”– derivó en asombro a medida que se adentraba en esas páginas: el modo en que Poissant abordaba las relaciones humanas, los vínculos entre padres e hijos y la convivencia entre parejas, le resultaba inesperadamente familiar; le sorprendía también que pese a los temas sombríos el lector acababa con una sonrisa, que “la manera en que el autor se enfrenta a la muerte es muy parecida a la que tenemos en Andalucía. No sé si estaba sugestionado, pero yo me imaginaba una urbanización que describía en Matalascañas en invierno; una historia con un cocodrilo la ubicaba yo en las marismas del Guadalquivir”, expresa el director de Cabeza de perro o Las gentiles.
El cielo de los animales, la película que llega este viernes a los cines protagonizada por Raúl Arévalo, Paula Díaz, Manolo Solo y Jesús Carroza, concentra en cuatro episodios la narrativa de Poissant. “El autor dice que he conseguido captar la esencia de su libro, aunque confieso que yo estaba asustado con la idea de qué podría pensar: él es más barroco, más literario, y yo he pelado mucho sus historias, como hizo el editor Gordon Lish con los cuentos de Raymond Carver”, señala el sevillano, que adopta un tono austero y sin embargo vitalista para retratar asuntos como la enfermedad, la fragilidad mental o la búsqueda del padre. “Tuve mucha precaución porque había temas con los que puedes acabar en un charco”, reconoce Amodeo. “Yo no quiero que la gente llore, sino que sienta paz, esté contenta, como me pasaba a mí cuando acabé el libro”, explica.
He sido precavido al rodar esta película, porque se tratan temas con los que puedes acabar en un charco”
Como en otros títulos de su filmografía, Amodeo extrae de una aparente cotidianeidad su parte de extrañeza y prodigio. Un hombre desanimado por la ruptura (Raúl Arévalo) vuelve a la vida al conocer a una nadadora que ha perdido un brazo, una “sirena manca” (Paula Díaz). Un hijo (Manolo Solo) que no se hablaba con su padre viaja en la noche acompañado de un amigo (Jesús Carroza) para cobrarse una inesperada herencia con la silueta de un voluminoso e ingobernable reptil. Un joven proclive a las crisis (Claudio Portalo) espera el fin del mundo mientras saborea la miel que elabora una vecina (Kenia Mestre). “Ese elemento mágico estaba en los relatos, que son muy realistas, pero tenían también una atmósfera de cuento. Y los cuentos te dan mucha libertad, con ellos no tienes que ceñirte a lo literal. En los cuentos todo está permitido, y la gente puede echar a volar si queremos”, defiende Amodeo.
Uno de los fragmentos, El fin de Darío, dialoga con el temor al apocalipsis que parece propagarse en la actualidad. “Cuando salió el libro no había empezado la guerra de Ucrania, pero creí pertinente que apareciera en la película, que salieran imágenes en la televisión”, expone el también guionista y productor. “Hoy lo estaba hablando con mi hijo, que ahora tiene 15 años, porque estaba viendo Black Mirror. Y él me decía: Me gusta la serie porque es una distopía pero puede pasar de verdad. Y yo le daba la razón, vaya tiempecito más raro le ha tocado vivir”.
Amodeo presentó El cielo de los animales en el último Festival de Málaga, donde el filme tuvo una gran acogida y las críticas confirmaron que el autor mantenía esa libertad reconquistada con Las gentiles. “Yo noto que ahora me cuesta menos levantar los proyectos”, agradece el director. “Hice dos comedias porque no podía sacar adelante mis historias más personales. Si tuviese dos vidas dedicaría la otra a la comedia, pero ante todo quiero hacer mis pelis”, reivindica un creador que se niega a acomodarse a las fórmulas.
“A mi productora [Grupo Tranquilo] llegan muchos guiones, y al leer muchos de ellos adivinas qué va a pasar. Si ocurre esto en la página ocho es que en la 15 sucederá tal cosa, muchos argumentos están trazados con escuadra y cartabón”, sostiene Amodeo, que “hace unos días pensaba que las plataformas empezaban a valorar más la singularidad, pero el reciente despido de Domingo Corral [hasta hace unos días responsable del departamento de Ficción de Movistar+], que deja atrás un trabajo muy interesante, me hace dudarlo ahora”.
A la productora llegan muchos guiones en los que sabes qué va a pasar, hechos con escuadra y cartabón”
Amodeo tiene entre manos, estos días, otra adaptación de un libro: el mítico Canijo del añorado Fernando Mansilla, por el que trasladará a la pantalla la Sevilla marginal de los 80. “Aprovecharemos que en RTVE está ahora Gervasio Iglesias, que es muy fan de la novela, porque esa propuesta se la llevas a otros directivos y te dicen que no quieren películas de yonquis”, asegura el director, que ha encontrado otro cómplice en el guionista Rafael Cobos, “otro enamorado del texto de Mansilla. He esperado a que Falete terminara el rodaje con el que estaba [Golpes, su primer largo como director] para pedirle que escribiera conmigo. Tenerlo es una garantía, porque con cada versión me decía a mí mismo que faltaban cosas... y –concluye aliviado– así me iba a quedar un metraje de siete horas”.
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