Con la muerte junto al pentagrama

ORQUESTA SINFÓNICA CONJUNTA | CRÍTICA

La Orquesta Sinfónica Conjunta en su último concierto del curso.
La Orquesta Sinfónica Conjunta en su último concierto del curso. / Federico Mantecón

La ficha

***Programa: Concierto para viola y orquesta (arreglo de Michael Thomas), de B. Bartók; 'Socrate', de E. Satie. Viola: Antonio David Moreno. Soprano: Andrea Ramírez. Mezzosoprano: Nerea Berraondo. Orquesta Sinfónica Conjunta. Director: Juan García Rodríguez. Lugar: Auditorio de la Escuela de Arquitectura. Fecha: Viernes, 16 de mayo. Aforo: Dos tercios.

Está visto que ante el peso de la inercia en la programación de la ROSS hay que ir a otros espacios y otros grupos para encontrar programaciones más imaginativas, valientes y novedosas. Es el caso de la Orquesta Bética de Cámara y el que aquí nos ocupa, el de la Orquesta Sinfónica Conjunta con la que su director Juan García Rodríguez ha establecido una intensa complicidad a la hora de indagar en esos repertorio olvidados o desconocisdos en los que tantas joyas nos esperan. Para este programa de despedida del presente curso ha escogido dos obras atadas por la presencia de la muerte. En el caso del concierto para viola y orquesta de Bartók porque a su fallecimiento quedó sin orquestar y con una serie indescifrable de borradores. Y en el caso del "drama sinfónico en tres partes con voces" Socrate de Satie porque está dominado por la escena final de la muerte de Sócrates según se recoge en el Fedón de Platón.

Sobre el arreglo original de Serly Michael Thomas realizó el suyo para adaptar el concierto de Bartók a la Orquesta Bética de Cámara el pasado año. Un arreglo que otorga relevancia sonora a las maderas, que en este concierto estuvieron especialmente inspiradas con sonidos incisivos y afilados. Juan García planteó una dirección milimétrica, atenta a cada frase y a cada intervención instrumental, siendo especialmente relevante el tercer tiempo con sus ritmos de aires rumanos bien acentuados. Antonio David Moreno hace que su viola suene con un color muy atractivo, redondeado, sin estridencias ni pérdidas de definición e intensidad. En los pasajes más exigentes mostró un importante bagaje de agilidad y precisión, con momentos de dobles cuerdas muy logrados por la fuerza de su sonido. En el movimiento central hizo cantar a su viola con una línea ligada muy cuidada y muy lírica.

No es fácil interpretar Socrate porque a todo lo largo de la obra se mueve en un fluir continuo de ritmo monótono y dinámicas estrechas, lo que exige de la batuta un perfecto control de las intensidades y de los acentos, sin forzar nunca, pero sin desfallecer ni caer en la monotonía. Juan García así lo hizo, consiguiendo de la orquesta un sonido transparente, cristalino, lleno de irisaciones. Nerea Berraondo, con una voz densa y oscura (a veces oscurecida artificialmente, con lo que se perdía el texto), de graves algo abiertos y agudos potentes, hizo un sobresaliente esfuerzo en materia de fraseo y acentuación para sacar matices del continuo parlato declamado con mucho gusto. Por su parte, Andrea Ramírez tuvo algo más de problemas para hacerse oir (la orquesta la tapó en varias ocasiones) con su voz de agradable timbre ligero, pero corta de volumen.

stats
OSZAR »