Rafael Manzano: "Habría que reconstruir algunas de las puertas históricas de la ciudad y la de Triana es la más adecuada"

El prestigioso arquitecto, a sus 88 años, repasa su trayectoria como conservador del Alcázar y muchas de sus intervenciones y lamenta que en las escuelas ya no se enseñe el lenguaje clásico

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Rafael Manzano leyendo en el estudio de su casa de la calle Zaragoza.
Rafael Manzano leyendo en el estudio de su casa de la calle Zaragoza. / Juan Vázquez

Rafael Manzano, eminente arquitecto nacido en Cádiz en 1936, se ha consolidado como una figura fundamental en la historia de la arquitectura y la restauración monumental en España, con una especial conexión con la ciudad de Sevilla, a la que llegó en 1966. Titulado en 1961 por la Escuela de Arquitectura de Madrid, se especializó bajo la tutela de destacadas personalidades como Manuel Gómez Moreno, Leopoldo Torres Balbás y Fernando Chueca Goitia. Su dilatada carrera incluye haber ejercido como arquitecto de la dirección general de Bellas Artes (1962-1982) y de la dirección general de Arquitectura (1962-1970).

La labor de Manzano en Sevilla es especialmente relevante. Desde 1968 fue catedrático de Historia de la Arquitectura y Restauración de Monumentos en la Escuela de Arquitectura de Sevilla, donde también ejerció como director entre 1974 y 1978. Su docencia es recordada por su habilidad para el dibujo y sus visitas guiadas a monumentos. Además, es miembro de varias Reales Academias, incluyendo las de Buenas Letras y Bellas Artes en Sevilla, y la de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. Ocupó puestos clave como director-conservador de los Reales Alcázares de Sevilla (1970-1988) y director-restaurador de Medina Azahara, en Córdoba (1975-1985).

Su trayectoria profesional ha sido ampliamente reconocida. En 1972, recibió la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes Españolas, siendo uno de los primeros galardonados. Más recientemente, en 2010, se convirtió en el primer arquitecto español en ser distinguido con el prestigioso Premio Richard H. Driehaus de la Universidad de Notre Dame. Este galardón inspiró la creación en España del Premio Rafael Manzano de Nueva Arquitectura Tradicional, dedicado a reconocer intervenciones que promueven los valores de la arquitectura clásica y tradicional. En el año 2022 fue merecedor del V Premio Federico Joly del Diario de Cádiz.

Rafael Manzano en esu estudio con Antonio Gámiz y Pedro Barrero.
Rafael Manzano en esu estudio con Antonio Gámiz y Pedro Barrero. / D. S.

A sus 88 años, Rafael Manzano atiende a este periódico en la espectacular biblioteca de su casa sevillana de la calle Zaragoza. Entre recuerdos de toda una vida dedicada a la arquitectura y el patrimonio, repasa parte de su trayectoria acompañado por los también arquitectos y profesores de la Universidad de Sevilla Pedro Barrero y Antonio Gámiz. Manzano sigue siendo una voz crítica con la destrucción del patrimonio arquitectónico de Sevilla, un problema que, según él, ya denunciaba su predecesor en la dirección del Real Alcázar, el poeta Joaquín Romero Murube. “En 1964 publicó Los cielos que perdimos, una obra que lamentaba la pérdida de edificios históricos durante el ‘frenesí modernizador’ de la época. Romero Murube intentaba recuperar elementos valiosos de edificios a punto de ser demolidos para reubicarlos en el Alcázar”, explica. Manzano colaboró con él en esta labor, colocando en el patio de Levíes del Alcázar un pórtico procedente del derribado palacio de los Levíes.

La apertura del Patio de la Contratación

El patio de la Contratación del Real Alcázar.
El patio de la Contratación del Real Alcázar. / Juan Carlos Vázquez

Las obras que Manzano dirigió en el Real Alcázar durante casi dos décadas son significativas, aunque a veces poco conocidas. Consolidó y restauró el patio del Yeso, intervino en el patio de las Doncellas y elevó la cubierta del salón de Embajadores, además de acometer trabajos en los patios del Príncipe, del Asistente, el llamado patio del Tenis o el mirador de los Reyes Católicos.

De particular interés fue la reconstrucción por anastilosis de uno de los pórticos en el patio de la Casa de la Contratación utilizando restos originales. “Las obras, dirigidas por mi discípulo Manuel Vigil Escalera, quizás hoy no hubieran sido autorizadas, pero felizmente ahora puede disfrutarse uno de los patios de crucero más singulares de nuestra arquitectura andalusí. El edificio del siglo XVIII que allí existía había sido derribado y yo propuse una reconstrucción inspirada en el lenguaje arquitectónico de aquella época, en el manierismo de Juan de Oviedo o Vermondo Resta. El edificio demolido tenía columnas en su patio principal que Joaquín Romero trasladó al patio del Príncipe para embellecer el frente de un edificio que había sido proyectado por Alberto Balbontín. El patio de la Casa de la Contratación debería conectarse con el Real Alcázar y que se pudiera visitar con más facilidad”.

Expolios y destrucción

La historia urbana de Sevilla registra varios periodos de significativa pérdida patrimonial. La invasión napoleónica dio lugar a expolios y derribos que crearon nuevos espacios urbanos como las plazas de Santa Cruz y la Magdalena. Las desamortizaciones del siglo XIX provocaron la destrucción de conventos e iglesias, dando lugar a espacios como la Plaza Nueva o afectando a los conventos de Montesión y San Pablo. Un episodio especialmente triste fue la Revolución Gloriosa de 1868, que aceleró el derribo de las murallas y puertas de la ciudad. Ya a mediados del siglo XX, tras la quema de templos religiosos durante la Segunda República, otro periodo devastó el patrimonio arquitectónico, paradójicamente, durante la alcaldía de un catedrático de Historia del Arte, José Hernández Díaz, con la demolición de incontables inmuebles. El libro Arquitectura civil sevillana documenta muchos de estos edificios desaparecidos.

La galería alta de los Pinelo cegada antes de su recuperación.
La galería alta de los Pinelo cegada antes de su recuperación. / D. S.

Cuando llegó a Sevilla, Manzano se encontró con un destacado caso de destrucción de la ciudad, el ensanche de la calle Imagen. “Es algo feísimo”, lamenta. Durante su labor docente en la escuela, remó a contracorriente de aquellos profesores que defendían el Movimiento Moderno y este tipo de actuaciones. “Yo en el casco antiguo siempre he hecho arquitectura clasicista. Las primeras casas que hice fueron las de la Plaza de Pilatos que son un poquito jerezanas”, comenta.

Manzano recuerda casos específicos de esta época. Relata con tristeza el derribo de los palacios de la Plaza del Duque, “algo horrible”; y cómo El Corte Inglés compensó aquella actuación donando cinco millones y medio de pesetas al Ayuntamiento para la compra de la Casa de los Pinelo, que Manzano restauró para albergar las Reales Academias Sevillanas. Allí pudo reubicar elementos de otros edificios derribados, como la fuente atribuida a Vermondo Resta del palacio de los Levíes. Los detractores de Manzano, que también los ha tenido, advertían que en esta intervención se había inventado la galería alta del patio principal, algo que él desmiente y que ha sido totalmente confirmado por fuentes documentales: “Las columnas siempre estuvieron ahí, pero estaban tapiadas desde que la Casa de los Pinelo fue una pensión para hacer más habitaciones”.

La reconstrucción de las puertas históricas

Otro caso notable fue su intervención en la rehabilitación del Corral del Conde, uno de los mayores y más interesantes patios de vecinos del centro histórico, encargada al arquitecto italiano Aldo Rossi. “Su propuesta inicial pretendía reformar sus tradicionales galerías de madera, colocando barandillas en aspa, de tradición romana. Yo le dije que allí no era necesario un arquitecto tan importante, sino un buen carpintero que restaurase lo que había. Felizmente, mi criterio fue tenido en cuenta y hoy se mantiene el encanto de este corral. A partir de entonces mantuve una relación amistosa con Aldo Rossi”.

Reconstrucción de la Puerta de Carmona en su entorno actual. Dibujo de Rafael Manzano, 2006.
Reconstrucción de la Puerta de Carmona en su entorno actual. Dibujo de Rafael Manzano, 2006.

Las puertas de la ciudad amurallada de Sevilla son consideradas joyas arquitectónicas que fueron tristemente demolidas en el siglo XIX al ser vistas como obstáculo al progreso urbano. Fueron ideadas por Hernán Ruiz II, uno de los mejores artistas en la historia de la ciudad, que elaboró un plan para su renovación en 1560. Atendiendo a su lenguaje arquitectónico, se le suele atribuir la autoría de la Puerta de Triana, de la Puerta Real, de Puerta de la Carne; como también la de Jerez, y posiblemente, la de Carmona. En todo caso el trazado debió inspirarse en el Tratado de Arquitectura de Serlio, que incluye portadas con cuerpo superior comprimido. Asensio de Maeda formó parte del equipo de Hernán Ruiz II y dirigió la ejecución de algunas de ellas.

Hoy deberían reconstruirse como símbolos de identidad y fuente de progreso para la ciudad. Hacia el año 2006, como trabajo académico, dibujé en su entorno actual la reconstrucción de algunas de estas puertas que ornaban y daban sentido al ingreso a la ciudad. Este trabajo sigue ahora avanzando gracias a las investigaciones de tres profesores de la Universidad de Sevilla, Pedro Barrero, Antonio Gámiz y Daniel Antón, que están aportando rigurosas reconstrucciones gráficas. Como base documental están usando valiosas fotografías de las puertas tomadas poco antes de su derribo”.

La Puerta de Triana antes de su demolición, hacia 1867.
La Puerta de Triana antes de su demolición, hacia 1867. / J. J. Andrieu (col. part. C. Sánchez).

Manzano considera que la puerta más apropiada para su reconstrucción es la de Triana: “Es la más adecuada. Tenemos todas las garantías de cómo estaba hecha, los restos arqueológicos, la trama urbana…”. Manzano señala que una rigurosa documentación gráfica es fundamental para conocer y conservar el patrimonio, según recomendaciones de la Unesco. “En casos de destrucción, los documentos gráficos permiten la reconstrucción virtual o material. Como complemento a la investigación gráfica, sugiero que el Ayuntamiento de Sevilla realice excavaciones arqueológicas en los lugares de las puertas, como se hizo en la Puerta de Triana y la Puerta Real en los años ochenta, para localizar restos conservados. Aunque la Carta de Cracovia (2000) desaconseja la reconstrucción material ‘en el estilo del edificio’, acepta aquellas con significado arquitectónico especial si se basan en documentación precisa e indiscutible, como ocurre con las principales puertas renacentistas de Sevilla, que representan un símbolo de modernidad del siglo XVI”.

Por último, Manzano se refiere a las enseñanzas actuales en las escuelas de arquitectura: “Se ha perdido todo el estudio del mundo clásico. Los arquitectos jóvenes no pueden utilizar un lenguaje que no conocen”, dice tristemente.

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