Cumbre para unos, depresión para otros

01 de julio 2025 - 03:08

Desconocemos si la cumbre de la ONU de Sevilla servirá para mejorar los mecanismos de financiación de la cooperación internacional. Es difícil no ser escépticos ante este tipo de acontecimientos, donde se congregan en plano de igualdad sátrapas, mangantes, santones y personas decentes y generosas. Demasiada oratoria inflada, demasiadas palabrejas envueltas con el dorado papel de un Ferrero Rocher. De lo que sí estamos seguros es de que la cumbre de Fibes ha tenido dos efectos más que evidentes. El primero es molestar notoriamente a los ciudadanos; el segundo, servir a Sánchez de burladero tras el que esconderse el mismo día que se anunció que su hombre de confianza ha ingresado en la cárcel acusado de cohecho, organización criminal y tráfico de influencias (no es mal currículum).

Empecemos por el principio. Las autoridades (y aquí incluimos desde el Rey hasta el último concejal) deberían ser conscientes de que sus grandes saraos (sean cumbres para el rearme o conferencias para el Domund laico) se deben realizar sin molestar a los ciudadanos, que somos quienes las pagamos. Estamos dispuestos a comprender la necesidad de comilonas en palacios ducales, de los hoteles de cinco estrellas, de los coches oficiales a toda pastilla por Kansas City, de los discursos de personajes como Petro... Pero lo que cuesta más admitir es que todo esto se haga perjudicando gravemente la vida cotidiana de los habitantes de una ciudad. La alteración que sufrió ayer Sevilla provocó situaciones surrealistas, con gente que no podía tirar la basura o desplazarse a su trabajo, con atascos kilométricos y el tranvía cortado, con cierres a hierro de avenidas fundamentales, con comercios chapados y calles tomadas por los cuerpos de seguridad. Sevilla Este y una parte del Centro fueron ayer los barrios mártires de España.

El segundo efecto mencionado es evidente. Sánchez trabaja intensamente para construirse una imagen de líder mundial de la izquierda que tape sus muchísimas vergüenzas internas, desde la voladura controlada del 78 mediante la ley de amnistía hasta la más cruda corrupción que ya afecta a su círculo más cercano en el PSOE. Mientras más escándalos salten en España, más veremos a Sánchez inflar su retórica zurda y tercermundista en las cumbres (o depresiones) internacionales. Y las cosas de la ONU suelen ser muy propicias para tales excesos.

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