Un culo de hierro

25 de junio 2025 - 03:06

Creo que fue Carlos Westendorp, ministro de Asuntos Exteriores con Felipe González, quien se jactaba de haber enseñado a su pupilo, el joven Pedro Sánchez Castejón, a negociar con “culo de hierro”. Vale decir, sin levantarse de la silla ni para alcanzar el boli. Entonces, Westendorp era alto representante de la Comunidad Internacional en Bosnia; y Pedrito, un miembro de su gabinete a quien conocía por sus padres. De ahí cabe deducir un hecho que atañe a nuestra actualidad más perentoria: si bien el joven Sánchez no prestó mucha atención a su doctorado, sí parece que atendía a las sutiles enseñanzas del ex ministro, quien lo capacitó para fatigar al contrario con la técnica ya mencionada: el “culo de hierro”.

Este rulé metalizado, de presumible utilidad en cuestiones diplomáticas, es el que parece que don Pedro Sánchez ha venido aplicando a sus socios para dilatar la concreción de sus pactos y ganar tiempo. ¿Tiempo para qué? La respuesta a esa pregunta no cabe en el presente artículo. El hecho es que don Pedro Sánchez se fue a la OTAN a decirle que el 5% era mucho dinero, y que iba a empezar por un 2,1 %. Antes de plantarse en La Haya, don Pedro había escrito una carta, que es un medio de su predilección, donde ya anticipaba tales cuestiones. Unas cuestiones probablemente impuestas por sus muy leales socios (“Dios, qué buen vassallo, si oviesse buen señor”), pero que don Pedro interpretará según su particular criterio de la oportunidad y el plazo, contentando tanto a la juventud pacifista como al sufrido y berroqueño señor Rutte. De ahí que uno sienta cierta melancolía al leer las cartas que antiguos dignatarios del PSOE han dirigido al señor Sánchez pidiendo su dimisión y un adelanto electoral.

Al tenor de lo dicho, no parece que “culo de hierro” Sánchez vaya a conmoverse con lo escrito por Nicolás Redondo Terreros, César Antonio Molina y Javier Lambán. Y tampoco que la carta de 38 ex ministros y altos cargos del PSOE, alertando del deterioro institucional y exigiéndole su marcha, vaya a tener mayor efecto en su tierno corazón monclovita. Pedrito Sánchez, el pupilo de don Carlos Westendorp, solo se irá por la evidencia judicial o por una conjura de su partido. A este respecto, es más fácil esperar el éxito de lo primero que la noticia, improbable pero no imposible, de lo segundo.

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