Los costes reputacionales del Gran Apagón

Tribuna Económica

12 de mayo 2025 - 03:59

LA expansión de las energías renovables es una oportunidad excepcional de desarrollo económico para España en general y, para Andalucía en particular, que difícilmente se puede cuestionar, ya que tampoco existe una alternativa clara a las mismas. Pero ello no implica que este despliegue no se tenga que planificar desde el sector público, junto a Red Eléctrica, supuesto operador privado, por la cantidad de retos técnicos y de gestión que lleva aparejado.

España aspira legítimamente a convertirse en exportador, a gran escala, de energía eléctrica limpia y barata a nuestros socios europeos, si algún día conseguimos tener mejores interconexiones con el continente; a la vez que, por la misma razón, es decir, una mayor competitividad en costes energéticos, intentamos atraer industria, para revertir la, hasta ahora, irrefrenable tendencia de desindustrialización que, como país occidental, sufrimos debido, en parte, a una excesivamente desregulada globalización.

En un mundo extraordinariamente disputado a la hora de conseguir la localización de grandes proyectos industriales, el rápido despliegue de las renovables nos ayuda a pujar para atraer procesos productivos electro intensivos como, por ejemplo, aquellos vinculados a la generación de hidrógeno verde, la industria del frio, la fabricación de baterías o de diamantes artificiales, los grandes centros de datos de las plataformas digitales e IA, o el reciclaje y recuperación de metales a partir de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos. En este último ámbito, podemos citar, en Andalucía, el más que interesante proyecto CirCular de Atlantic Copper, que está llamado a generar centenares de puestos de trabajo en Huelva y que, recientemente, ha sido declarado como estratégico por la Unión Europea, dando la razón a la declaración que, más de cuatro años antes, en febrero de 2021, se impulsó desde la Junta de Andalucía.

Obviamente, el Gran Apagón no es la mejor campaña de publicidad internacional para conseguir estos ambiciosos y complicados, pero, esta vez sí, viables objetivos para nuestra región. Poco que ver con otras narrativas más excesivas, como, por ejemplo, la que estábamos destinados a que Andalucía fuera la California del Sur.

Tampoco lo es para nuestra imagen y marca como exportador de ingeniería y consultoría técnica avanzada para empresas, en sectores como el transporte o las telecomunicaciones. Actividades que no han parado de crecer, a dos dígitos, en los últimos años, demostrando que puede existir vida económica exterior en el sector servicios más allá del turismo.

Recuperar parte del crédito, que también se oscureció con el Gran Apagón, exige una investigación exhaustiva, transparente, rápida y convincente de las causas, que, dado el altísimo nivel de digitalización y monitorización que posee el sistema eléctrico, costaría entender que se tardara demasiado en conseguir. Obviamente, es de imperiosa y urgente necesidad que ese análisis fidedigno, que también defina posibles responsabilidades y, sobre todo, medidas de mejora para evitar incidentes futuros, provenga de instituciones españolas. Un escenario en el que hubiera que esperar a la auditoría de la Unión Europea, o que esta última entrara en contradicción con la versión española, sería nocivo para nuestros intereses.

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