La revelación silenciosa de Emma Chacón
Mapa de Músicas | Emma Chacón. Canciones
Un álbum de canciones publicado en Cataluña rescata del olvido la voz de la compositora barcelonesa Emma Chacón

Hasta la aparición de este álbum, publicado por Edicions Albert Moraleda bajo el sello Klassic-Cat y con dirección artística de Mac McClure, el nombre de Emma Chacón apenas había alcanzado visibilidad en el panorama musical español. En 2023, el propio McClure, junto al violinista Juan Carlos Higuita, le había dedicado ya un primer monográfico centrado en su música para violín y piano, pero las referencias anteriores eran escasas y fragmentarias: el estudio biográfico de Isabel Díaz Morlán publicado en 2001 dentro de la colección Temas vizcaínos del Banco Bilbao Vizcaya, un concierto en la Fundación Juan March en 2020, un homenaje puntual en el Teatro Arriaga de Bilbao en 2022, piezas desperdigadas por algún álbum… Este nuevo disco, que reúne 18 canciones para voz y piano, representa un paso decisivo en la recuperación de su legado: nos permite escuchar, por fin, una parte significativa de su obra vocal y constatar la fuerza expresiva de una autora que merece figurar con pleno derecho en el repertorio lírico español del siglo XX.
Emma Chacón Lausaca nació en Barcelona en 1886, en el seno de una familia acomodada que le permitió acceder desde muy joven a una sólida formación musical. Con la fundación de la Academia Granados en 1901, se integró en un entorno pedagógico de primer orden, recibiendo clases del propio Enrique Granados y de José Ribera Miró, pianista y pedagogo relevante en la vida musical barcelonesa. La presencia de Ribera no fue solo formativa: años después, Emma se casaría con su hijo, el pintor José Ribera Font, con quien se trasladó a Bilbao y tuvo nada menos que nueve hijos.
Ese dato biográfico –nueve hijos, una ciudad ajena al eje central de la vida musical española, una época poco propicia para el ejercicio profesional de las mujeres– ayuda a comprender por qué su nombre ha permanecido en los márgenes. Aunque ofreció recitales desde los veinte años, su labor como compositora no encontró cauces visibles hasta bien entrada la madurez. Fue a partir de la década de 1940 cuando su música empezó a editarse y a programarse con cierta regularidad. Su producción, sin embargo, había sido extensa y sostenida en el tiempo. Como ha subrayado Díaz Morlán, Chacón escribió un total de 96 canciones, de las cuales 44 fueron concebidas para voz y piano (29 de ellas llegó a orquestarlas). Ese claro predominio de la canción de cámara indica una vocación estética, pero también responde a las condiciones materiales y culturales en las que pudo desarrollarse su creatividad: la canción y la pieza breve para piano fueron durante décadas los territorios más accesibles para las mujeres compositoras, en España y fuera de ella.
A esa constelación de miniaturas, concebidas muchas veces en un ámbito doméstico o semipúblico, pertenece la selección que ahora nos ofrece este disco. Y conviene decir desde el inicio que, más allá del valor documental, las canciones de Emma Chacón sorprenden por su riqueza expresiva, su agudeza en el manejo de las tensiones armónicas y su capacidad para adaptarse al sentido poético del texto con soluciones musicales refinadas, originales y personales.
El álbum, interpretado por las mezzosopranos Anna Tonna y Marisa Martins y la soprano Mónica Luezas, con Mac McClure al piano, se ve perjudicado por una edición mejorable: no se especifica qué cantante interpreta cada canción, no se acredita al violinista Juan Carlos Higuita, que colabora en una de las piezas, y los textos prometidos en la web del sello simplemente no están incluidos. Son omisiones difíciles de justificar en un trabajo de recuperación patrimonial como este, que merecería un aparato editorial más riguroso. Aun así, la escucha compensa ampliamente estas carencias.
Desde las primeras canciones del disco se percibe en Chacón una atracción por el simbolismo francés de entresiglos. Piezas como Oh, triste, triste était mon âme y Éxtase, sobre Verlaine, o Berceuse –alejada de la forma tradicional de la nana– presentan una escritura vocal íntima y ondulante, integrada en atmósferas de sutiles cromatismos que recuerdan a Fauré o Duparc. También ¡Las campanas!, Amistad, Allí... y Flors per tu (con la inclusión del violín) participan de ese espíritu impresionista y elegíaco, con armonías ambiguas y un sentido del color típicamente fin-de-siècle.
Pero junto a esa veta francesa, aparece en otras canciones un alhambrismo muy característico, que Chacón sabe tratar con delicadeza y sin caer en clichés. Piezas como Duerme, corazón, Trova, Gitanillo o Madrigal introducen giros melódicos de sabor andaluz, con modos frigios, bordones ornamentales y una escritura pianística que evoca la guitarra rasgueada o punteada. Es un alhambrismo filtrado por la mirada culta de una compositora que conoce bien el repertorio vocal europeo y lo reelabora desde su propia sensibilidad. En este grupo destaca también Perdón y amor, con un acompañamiento marcadamente guitarrístico, y Suspiros, que incorpora una rítmica de danza en diálogo constante con el piano.
Hay, además, una veta romántica que aparece con nitidez en Plegaria, donde se escuchan ecos de Schubert, Schumann o incluso Chopin en el tratamiento armónico y en el lirismo del discurso melódico. Visión de ensueño combina esas influencias con la atmósfera más difusa del simbolismo francés, mientras que Incienso se inicia con una introducción de carácter romántico para pasar a una sección de sabor andalusí y estilo declamatorio, casi teatral. En La Copla del Albaicín se funden de forma especialmente lúcida estas influencias.
Este disco es más que una reivindicación histórica: es una invitación urgente y necesaria a los intérpretes de hoy. Las canciones de Emma Chacón, por su calidad musical, su variedad expresiva y su riqueza estilística, merecen ocupar un lugar estable en el repertorio de los cantantes españoles. Su redescubrimiento no puede quedarse en un gesto aislado: debe traducirse en nuevas lecturas, en más grabaciones y, sobre todo, en presencia viva en los escenarios.
La ficha
EMMA CHACÓN (1886-1972): CANÇONS PER A VEU I PIANO
1. Oh, triste, triste était mon âme...! Op.88
2. Extase Op.89
3. Flors per tu Op.96
4. Berceuse Op.82
5. Madrigal Op.90
6. ¡Duerme, corazón! Op.87
7. ¡Las campanas! Op.126
8. Incienso Op.124
9. Plegaria Op.135
10. ¡Allí...! Op.102
11. Copla del Albaicín Op.127
12. Gitanillo Op.132
13. Romance Op.93
14. Suspiros Op.94
15. Trova Op.85
16. Perdón y amor Op.86
17. Amistad Op.95
18. Visión de ensueño Op. 130
Anna Tonna y Marisa Martins, mezzosopranos; Mónica Luezas, soprano; Mac McClure, piano. Con Juan Carlos Higuita, violín (en 3)
Klassic-cat
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