La defensa del hombre acusado de matar a otro en una estación de Metro de Sevilla alega "legítima defensa"

El abogado de Manuel G.R. destaca que la víctima se había alojado en su casa y que le había robado distintos enseres (la vitrocerámica, la PlayStation...) para comprarse droga

Varios meses después coincidieron por casualidad en el mismo vagón y, al bajarse en Los Pajaritos, tuvieron una discusión que acabó con Antonio I.R. fallecido a causa de varias puñaladas

La Fiscalía reclama veinte años de cárcel para el hombre que mató a otro a puñaladas junto a una estación del Metro de Sevilla

Empieza el juicio por la muerte de un hombre en una estación del Metro de Sevilla / Juan Carlos Vázquez

Un jurado popular ha empezado este viernes a enjuiciar a un hombre que está acusado de asesinar a otro de varias puñaladas en la estación de Metro del 1º de Mayo, en Los Pajaritos. La autoría de los hechos no es discutida por nadie, pero el abogado de Manuel G.R. ha asegurado que su cliente actuó en defensa propia durante una pelea que tuvo mucho de casual, ya que el acusado y la víctima llevaban seis meses sin verse ni hablarse y se encontraron fortuitamente en el mismo vagón. El origen de la discusión, siempre según el encausado, es que el otro hombre se alojó durante un tiempo en su casa y le robó multitud de enseres (por ejemplo una vitrocerámica y una PlayStation) para después venderlos y comprar droga con ese dinero.

Los hechos, según el fiscal, ocurrieron en la tarde del 6 de junio de 2024. El acusado y su pareja se montaron en el Metro en la estación del Parque de los Príncipes y poco después, en la del Prado de San Sebastián, lo hizo la víctima, de nombre Antonio I.R. Casualmente, coincidieron en el mismo vagón. Como ya había "desavenencias" previas entre los dos varones, Manuel G.R. "no dejó de vigilarlo en todo el trayecto" y pidió a su novia que siguiera al otro cuando se pararon en la estación de la calle Federico Mayo Gayarre.

La mujer, además, empezó a conversar con Antonio hasta que llegaron a la escalera mecánica de salida. En ese momento, la víctima se adelantó para marcharse y el acusado, que había subido por el ascensor, "se abalanzó" sobre él. Tras recriminarle algo sobre lo que había ocurrido meses antes, "sin solución de continuidad ni enfrentamiento previo, y con la evidente intención de acabar con su vida, sacó el arma blanca que portaba oculta", un destornillador de pala, y apuñaló a la víctima en varias ocasiones. Para entonces ya estaban en la calle.

Según las acusaciones, el ataque fue alevoso y sorpresivo, de modo que la víctima no pudo defenderse, y también resultó inesperado para la pareja del acusado. La mujer, "lejos de participar en la agresión, trató de separar al acusado para que no se pelease", señala el Ministerio Público en su escrito de calificación provisional.

La versión de la defensa difiere de lo que aseguran las acusaciones. "Esto no es una película, como ha dicho el fiscal. Es la realidad", ha espetado el abogado de Manuel G.R. para contrarrestar las alegaciones previas del Ministerio Público, cuyo representante ha mencionado obras como Philadelphia o JFK para ensalzar su pasión por la Justicia y por el trabajo que realiza.

"Manuel no buscaba agredir, y muchísimo menos acabar con la vida de Antonio. Llevaban seis meses sin hablarse y se encontraron casualmente en el mismo vagón del Metro. Que hubo una pelea, cierto; que fue premeditado, en absoluto", ha afirmado el letrado defensor, quien ha insistido en que el procesado actuó "en legítima defensa" porque "iba acompañado de su mujer" y además vio que el otro hombre tenía "un bote de colonia de cristal que bien pudiera ser un arma".

La defensa también se ha escudado en que el presunto agresor mortal estaba "bajo la influencia de la cocaína", de ahí que propinase "golpes a doquier". "Él y su pareja se marcharon pensando que no le habían causado ningún daño", ha argumentado.

La Fiscalía solicita que Manuel G.R. sea condenado a veinte años de cárcel por un delito de asesinato y que indemnice con un total de 201.754,84 euros a la familia de la víctima, en concreto a su padre y a su hijo de ocho años. Los dos familiares ejercen sendas acusaciones particulares, en el caso del menor representado por su madre.

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