Morante y Borja: un fin de semana para recordar
EL REPASO
Si el diestro de La Puebla cortó un rabo en Salamanca, el de Espartinas iba a rendir la plaza de Las Ventas cuajando de cabo a rabo un grandioso ejemplar de Victorino Martín
'Milhijas' y Borja Jiménez: un toro para una vida
Morante: un año y un día después

El toreo está que arde tras un intenso fin de semana que ha vuelto a agitar las esquinas de un escalafón anquilosado. La resaca de San Isidro, una feria abierta para la reflexión, ha vuelto a ser terreno abonado para el paseo militar de Morante. El diestro de La Puebla se mitifica a la vez que engranda su pujanza, la entrega ante las reses, el compromiso con la profesión, el virtuosismo creativo y la certeza de encontrarnos con uno de los más grandes que en la historia han sido. El tiempo –y el presente- lo pondrán en el mismo friso en el que ya campean José, Juan o Manolete gracias a esas obras inolvidables que un día figurarán en los libros de tauromaquia.
El siguiente movimiento de esa sinfonía que permanece abierta ha sido en Salamanca y mano a mano con Marco Pérez, su ahijado de alternativa. El flamante matador pisaba por primera vez un ruedo español el pasado sábado después de doctorarse en Nimes y acabó acompañando al padrino en la salida a hombros. Pero anunciarse con Morante en este momento es arriesgarse a la irrelevancia. Todo el mundo habla del rabo que cortó el genio cigarrero, aclamado en la Glorieta, obligado a saludar desde el balcón de su hotel salmantino ataviado con un batín que empieza a formar parte de la iconografía de estos triunfos diferenciales. Están marcando a fuego una campaña que no podría contarse sin la plenitud de un torero que hace sólo tres o cuatro meses aún bregaba por salir de su horrendo infierno personal.
El toreo, de alguna forma, ofrece ese poder redentor a un artista que, más allá de la responsabilidad profesional, entiende el oficio como una misión vital. El propio diestro de La Puebla admitía que ese trasteo salmantino podía ser el mejor de su vida. Pero el techo aún podría elevarse…

Un ejemplar llamado ‘Milhijas’
Hay dos toros de Victorino Martín que marcan, cada uno en distintas circunstancias, el renacimiento profesional y la reafirmación en la primera fila del toreo de Borja Jiménez. El primero, llamado Paquecreas, terminó de ponerlo en órbita en el confín de un ejemplar proceso de recuperación taurina. Fue en el otoño de 2023, enseñando las verdaderas posibilidades de un matador tapado que ya había venido dando valiosos toques de atención en otros ruedos.
Año y medio largo después ha sido Milhijas, un excepcional ejemplar marcado con el antiguo hierro de Albaserrada, el que ha rubricado el estrellato de este matador de Espartinas, cuajado en la filosofía espartaquista, que ha sido reforjado por un taurino tan controvertido como ilustrado. Hablamos de Julián Guerra que sí ha encontrado en Borja Jiménez el hierro dulce necesario extraer lo mejor de su fondo. Borja Jiménez es muy necesario en el momento actual.
Ha sido su tercera puerta grande en la plaza de Las Ventas. Y dos de ellas las ha abierto en estrecha simbiosis con los toros de Victorino Martín. El criador de Las Tiesas ha encontrado en el matador sevillano otro paladín de una divisa que siempre ha unido su destino al mejor momento de los toreros que más y mejor la entendieron.
No hace falta repetirlo: Borja ya es uno de los matadores de un año que ve precipitarse irremisiblemente por el abismo a los viejos dinosaurios por más que los fontaneros del negocio –en todas partes cuecen habas- se empeñen en mantener artificialmente la vida profesional de ese trío de la bencina que ya aburre anunciado en un cartel. Así está esto por más que los profesionales o la prensa especializada hablen de éste o ese torero que debería gozar de mayores oportunidades. La mayoría siguen esperando en su casa.
Otras cosas que comentar
Pero una cosa son los triunfos y otra muy distinta el exceso de los tres indultos de los toros de El Freixo en la plaza de Marbella, gestionada por un comando de nombres propios que ya no oculta sus pretensiones en otros escenarios de mayor alcurnia. Ya hablaremos de ello… Ese derroche de toros devueltos al campo –no sabemos si lo tres realmente servirán al ganadero, don Julián López Escobar- sólo es un paso más para la corrida incruenta y una dádiva para los anti. A los toros hay que matarlos y el perdón de su vida debe ser sólo para casos auténticamente excepcionales.
Pero también hay que hablar de la última de Ernest Urtasun, cancelando el nombre de Ignacio Sánchez Mejías en la presentación de la comisión nacional para la conmemoración del Centenario de la Generación del 27. Una más del sectario ministro de Cultura, que deja escapar los gatos que pueblan su barriga cada vez que tiene ocasión. Los poetas del 27 tomaron espíritu de grupo en el acto celebrado en el Ateneo de Sevilla, sí, pero bajo la llamada, el patrocinio y el agasajo del torero que, siete años después, sería cantado en la más hermosa elegía escrita en castellano. Prometemos un reportaje para hablar de ello…
Nos vamos marchando ya, haciendo eco del renovado éxito de la feria Ecuextre que ya suma 16 ediciones en los pabellones de IFEBA, el palacio de exposiciones y congresos de Badajoz. El certamen suma la relevancia del mundo del toro y el caballo –éste gana por goleada al mundo de las sedas y los oros por su mayor organización e implicación- en una cuidada muestra que recuerda los esplendores de la Feria Mundial del Toro que se celebraba en Sevilla, joya de la corona de FIBES tal y como la definía el difunto Felipe Luis Maestro. Aquello se fue para no volver por culpa de la desidia, la racanería y la inoperancia del propio sector. Así fue…
También te puede interesar