Este es el encanto que tiene 'La Canción', la serie sobre Massiel

Los tres episodios de La Canción podrían haberse lanzado al mercado como una película. Se trata de una de las últimas producciones de Movistar con Domingo Corral como productor ejecutivo (su cese todavía está haciendo correr ríos de tinta, y es bueno que así sea). Alejandro Marín, su director, tenía material para haber realizado una película de dos horas de duración que ha sido capaz de reproducir al Albert Hall de Londres donde tuvo lugar la final del Eurofestival del que salió ganadora Massiel.
Los teleadictos que por edad nos pusimos las tres vacunas del Covid disfrutamos mucho viendo esta serie y reconociendo a los personajes reales que en nuestra infancia poblaban la programación que veíamos en blanco y negro. Un buen ejemplo de ello fue el matrimonio formado por Artur Kaps y Herta Frankel, procedentes del grupo de los Vieneses junto a Franz Joham, que en esa década de los sesenta se paseaban por el recién inaugurado Prado del Rey como Pedro por su casa.
Lo más disfrutable de La Canción son sus pequeños detalles, cómo mezcla las imágenes documentales con las reales. Los momentos más felices devienen de anécdotas sin aparente importancia. Una de ellas protagonizada por Patrick Criado (muy brillante en su interpretación) cuando trata de convencer a las altas esferas políticas de la posibilidad de grabar cuatro misas seguidas, para de esta forma dejar el plató libre y poder amortizarlo con otra serie de programas.
Los más jóvenes no recordarán que la misa viajera no se inicia hasta el inicio de los ochenta, dado que hasta ese momento se emitía desde los mismos estudios de Prado del Rey. La solución de Patrick Criado no parecía descabellada. Cambiando las lecturas de cada semana, se podrían grabar varias entregas seguidas, aunque le insistieran en que como sacramento ha de emitirse en directo. La Canción es una recomendable serie encantadora.
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