"Ha llegado el momento de un Papa asiático, porque el futuro está en Asia y Oceanía"
Antonio Pelayo | Corresponsal en el Vaticano
Antonio Pelayo, periodista presente en los cónclaves desde 1978, denuncia desde Roma que la Iglesia española debería haber evolucionado más con Francisco, pero ha sufrido el boicot de un "sector reaccionario" y dos Nuncios que "no han estado a la altura"
Aquella víspera de cónclave con un cardenal elector
La sobreexposición de la púrpura

Roma/Pocos suman casi 50 años de permanente seguimiento de la actividad vaticana y han contado con la confianza de sucesivos embajadores de España ante la Santa Sede. Tiene despacho en el Palacio de España, el histórico edificio donde este sacerdote y periodista ejerce de agregado eclesiástico. Antonio Pelayo (Valladolid, 1944) forma parte del paisaje del centro histórico de Roma.
Solo hay que comprobar el afecto con el que es tratado por los guardias civiles que custodian la Embajada o por los trabajadores de bares y comercios del entorno.
Ha tratado a todos los Papas desde Pablo VI, son innumerables los viajes que ha hecho por todo el mundo con los diferentes pontífices, las misas que ha concelebrado con varios de ellos en la intimidad del Vaticano y, cómo no, la relación personal que ha mantenido con Francisco. Su rostro es conocido por sus apariciones en los informativos de Antena 3. Muchos españoles ignoran su condición de presbítero, cosa que se toma siempre con buen humor.
Pregunta.-¿Cuál fue el primer cónclave que vivió como periodista? ¿Cómo han cambiado desde entonces?
Respuesta.-Mi debut en cónclaves se produjo en el verano de 1978 después de la muerte de Pablo VI. Fue un cónclave tenso entre dos grupos capitaneados por los cardenales Siri, arzobispo de Bolonia, y Benelli, arzobispo de Florencia, que desembocó en una solución de compromiso eligiendo al Patriarca de Venecia Albino Luciani que falleció 33 días después de asumir la cátedra de Pedro. Fue el llamado “verano de los tres papas” puesto que en octubre fue elegido Juan Pablo II.
P.-¿De verdad hay algún dato para aventurar si un cónclave durará mucho o poco?
R.-Si nos atenemos a la más reciente tradición los cónclaves son cortos, pueden durar dos o tres días. La razón es doble: durante las Congregaciones Generales y en los días previos a entrar en la Sixtina, los cardenales han tenido ocasión de conocerse, de valorarse y de tomar su decisión de cara al voto. Por otra parte, son conscientes de que un cónclave largo sería interpretado como signo de división en la Iglesia, de enfrentamientos irreparables lo que crearía una imagen muy negativa de la Iglesia.
P.-El de Francisco requirió cinco votaciones. Una el primer día y cuatro el segundo. Entendemos que eso fue un cónclave corto. ¿Podríamos estar en la misma situación?
R.-Sí, en principio el próximo puede ser un cónclave corto por las razones antes expuestas, si bien el abanico de candidatos es algo más abierto que en el pasado y tal vez se requieran más de cinco votaciones aunque yo me inclino a pensar que el 8 por la tarde o a lo más tardar el 9 tendremos un nuevo Papa.
Un cónclave largo sería interpretado como signo de división en la Iglesia, de enfrentamientos irreparables"
P.-¿Son realmente útiles los debates previos de las denominadas congregaciones generales?
R.-Las Congregaciones Generales de este año al ser el más alto número de votantes y que muchos de ellos no se conocen están teniendo una importancia especial. Aunque sean intervenciones cortas (cinco minutos ) permiten intuir la inclinación de los nuevos purpurados. Al mismo tiempo los veteranos no votantes tienen ocasión para expresar sus puntos de vista y apoyar alguna candidatura. Las “otras” reuniones y encuentros de estos días facilitan la creación de grupos afines.
P.-¿Qué conclusiones saca de cuanto vivimos en el funeral de Francisco?
R.-El funeral de Francisco fue la demostración de que era un Papa muy amado y respetado contrariamente a lo que han venido afirmando sus detractores. Le han llorado sus hijos de la iglesia católica y los cristianos, pero también los que viven al margen de la estructura eclesial, los no creyentes y el “pueblo” en general que han despedido a un pastor cercano a sus ovejas, carismático y de buen humor.
P.¿Cómo valora el encuentro de Trump con Zelenski en el interior de la Basílica de San Pedro?
R.-El encuentro entre el presidente Trump y Zelensky en la Basílica de San Pedro ha sido un acontecimiento insólito en la historia milenaria de la Iglesia Católica. Se sabía que el Vaticano había manifestado su disponibilidad para facilitar algunos encuentros entre los líderes presentes en el funeral, pero era inimaginable que el más esperado de ellos se realizase en la Basílica y con la informalidad de su realización; las positivas consecuencias de la entrevista confirman algo que siempre había afirmado Bergoglio: es necesario hablar, escuchar las razones del otro, no encastillarse en las propias posiciones, abrir un diálogo, negociar.
P.-¿Usted intuyó que el alta médica que recibió el Santo Padre era en el fondo un retorno a casa para no morir en el Hospital?
R.-Cuando los médicos del Gemelli dieron el alta al Santo Padre lo hicieron porque conocían su deseo de volver a Casa Santa Marta, pero le impusieron la condición de una convalecencia de dos meses que el Papa no respetó porque sentía la necesidad de entrar en contacto con los fieles, con sus hijos espirituales y así se explica que hiciese a sus más estrechos colaboradores la petición de que le sacasen a la plaza para recibir el afecto de la multitud. Fue su despedida.
Francisco quiso visitar Ávila con motivo del quinto centenario de Santa Teresa, pero los obispos españoles disputaron entre ellos sobre si debía ir también a Madrid, a Barcelona, a Sevilla…"
P.-¿Qué podemos decirle a quienes se han quedado con una impresión quizás negativa porque Francisco no ha visitado a España? ¿Ha habido gente interesada en enfrentar al Papa con España?
R.-Que el Papa no haya visitado España ha sido siempre malinterpretado. Tampoco ha visitado Polonia, Alemania, el Reino Unido o su patria Argentina. Las visitas a Francia, Portugal o Estados Unidos no fueron visitas de Estado, sino a ciudades concretas sede de acontecimientos eclesiales importantes de dimensión internacional. Francisco sí pensó visitar Ávila con motivo del quinto centenario de Santa Teresa, pero los obispos españoles disputaron entre ellos sobre si debía ir también a Madrid, a Barcelona, a Sevilla… Me consta que había decidido ir a las Canarias para conocer de cerca el drama de las migraciones, pero la muerte se lo ha impedido. Que haya gente interesada a enfrentar al Papa con España lo demuestran frecuentemente los exponentes más radicales de nuestra sociedad y sectores muy minoritarios de la Iglesia española (algún obispo o cardenal de tapadillo). El Papa lo sabía, pero no le daba importancia porque quería mucho a España y estaba muy agradecido a nuestra iglesia por su aportación misionera y evangelizadora.
P.-¿Qué opina cuando se habla de cardenales progresistas o conservadores?
R.-Hablar de cardenales progresistas o conservadores es simplificar las cosas y las personas. Conozco casos de purpurados teológicamente conservadores y muy abiertos en lo social como también he asistido a la creciente rigidez en sus posturas de quienes alardearon en su día de apertura. Yo creo que nadie escapa a la evolución de su sensibilidad ante la realidad y al contexto personal que le rodea. Hay quien se deja permeabilizar por el curso de los acontecimientos y quien se refugia en su particular torre de marfil para cerrarse a toda evolución. En casos extremos hay que acudir a la psiquiatría.
Los cardenales nombrados por Bergoglio no forman un bloque homogéneo y no votarán de forma unánime"
P.-¿Qué perfil de Papa necesita ahora mismo el mundo? Usted se ha atrevido a plantear la conveniencia de un asiático.
R.-El próximo papa debe ser, por encima de todo, un hombre profundamente religioso, evangélico, pastor, samaritano, ejemplar y con dotes para gobernar una iglesia de mil cuatrocientos millones de fieles y de fomentar la unión de todas las religiones contra la guerra, el hambre, la xenofobia y a favor de la solidaridad y la fraternidad humana. En resumen un papa “bergogliano”, pero quizás con tiempos diferentes. La geografía no cuenta, pero sí creo que ha llegado el momento de que la Iglesia la gobierne un asiático ( San Pedro lo fue) porque su futuro está en Asia-Oceanía.
P.-¿Un Colegio Cardenalicio nombrado en un 80% por el Papa Francisco debe garantizar la elección de un Papa de línea continuista?
R.-Los cardenales nombrados por Bergoglio no forman un bloque homogéneo y no votarán de forma unánime pero hay que notar que en el papado la continuidad nunca ha sido rota aunque cada papa aporte su personalidad propia.
P.-¿Cuál ha sido la gran aportación del Papa Francisco a la Iglesia? ¿Por qué ha sido distinto a los demás papas?
R.-Siendo el primer papa latinoamericano y el primer papa jesuita, Bergoglio no podía no ser distinto a sus predecesores aunque les deba mucho sobre todo a Pablo VI; su aportación la juzgará la historia con mayor perspectiva de la que ahora disponemos. Yo creo que una de sus características principales ha sido la cercanía, la proximidad, la apertura a todos, todos, todos sin excluir a nadie manifestando al mismo tiempo una muy especial atención a los últimos, a los pobres, a los descartados.
El encuentro de Trump y Zelensky en la Basílica vaticana ha sido la última prueba de esta estrategia de la Santa Sede para acallar los cañones"
P.-¿Cree que han sido útiles los llamamientos de Francisco a la paz en Ucrania o en Gaza? ¿O cuando denunció alto y claro la "vergüenza para la humanidad" que suponían las muertes de migrantes en Lesbos?
R.-La del Papa ante las guerras en Ucrania y Gaza ha sido "una voz que clama en el desierto" y así han caído en el vacío sus llamamientos contra la carrera de armamentos, la venta de armas, la polarización. Hay que destacar que mientras todas las semanas repetía sus llamamientos para rezar por la paz en esas zonas “martirizadas”, la diplomacia vaticana no ha descansado ni un solo día para favorecer el diálogo y la negociación. El encuentro de Trump y Zelensky en la Basílica vaticana ha sido la última prueba de esta estrategia de la Santa Sede para acallar los cañones.
La Iglesia española tiene que mejorar muy sensiblemente su sistema de comunicación y recuperar su presencia social a todos los niveles"
P.-¿A qué debe aspirar la Iglesia española en los próximos años? ¿Cuáles deben ser sus preferencias?
R.-La Iglesia española ha experimentado desde la llegada de Bergoglio al papado un cambio notable que debería haber sido más rápido si no hubiera sido boicoteado por las resistencias de un sector todavía reaccionario; digamos, sin entrar en detalles, que los dos Nuncios de este período no han estado a la altura de lo que se podía esperar y confiemos que el próximo mejore la situación. La española, como todas las iglesias, tiene que volcarse en la evangelización de nuestra sociedad cada vez más amenazada por la secularización. Tiene que mejorar muy sensiblemente su sistema de comunicación y recuperar su presencia social a todos los niveles estableciendo contactos permanentes con sectores poco atendidos como la universidad, la clase política, los empresarios, los responsables de la economía.
P.-¿Cómo se debe interpretar que en el último cónclave convocado por Francisco no hubiera un solo español entre los nuevos cardenales?
R.-De la atención y la estima que sentía Francisco por nuestra Iglesia da buena prueba el hecho de que en sus Consistorios para la creación de nuevos cardenales España haya sido el único país que haya estado presente en todos con uno, dos e incluso, en el penúltimo, con tres (Cobo, Fernández Artine y Bustillo), lo que explica la ausencia en el último y no porque no hubiera candidatos entre nuestros arzobispos, sino por exigencias de una dosificación y un reparto más universal de las púrpuras.
P.-¿La religiosidad popular es el mejor dique de contención de la ola de frío espiritual o considera que el próximo Papa debe basarse en otras herramientas para que la Iglesia no pierda fieles?
R.-Ya nadie se atreve a no conceder a la religiosidad popular la importancia que tiene en la pastoral; sería un absurdo ignorar lo que representa el fervor popular que alimentan nuestras cofradías, nuestras procesiones y nuestras devociones marianas. Es necesario, desde luego, purificar ese mundo variopinto y ayudarle en su profundización y para conseguirlo hay que acompañarlo, dirigirlo, contener algunos excesos, asegurar su fidelidad, enmarcarlo en la dinámica diocesana. Es un “humus” que favorece la generación de cristianos renovados y fervorosos.
También te puede interesar
Lo último