Las otras restauraciones e intervenciones recientes en la Semana Santa de Sevilla
Restauraciones
Varias imágenes del devocionario sevillano han sido intervenidas en los últimos cincuenta años
Destacan las del Gran Poder, la Estrella o el propio Cachorro tras el incendio de 1973
Así regresa la Macarena tras la intervención de Arquillo

Sin duda, la intervención acometida sobre la Virgen de la Esperanza Macarena ha generado cuanto menos impacto -generalmente negativo, entre otras cuestiones, por la colocación de tan amplias pestañas- en la Sevilla cofradiera y en miles de devotos que no han dudado en verter sus opiniones y generar debates acerca del resultado final de dichas tareas llevadas a cabo por Arquillo Torres.
Sea como fuere, en este último medio siglo hemos asistido a restauraciones e intervenciones de imágenes capitales del devocionario hispalense que en su momento causaron también impresión, en la mayoría de los casos positiva por el resultado final y, especialmente, por el método de gestión previo y sus seguimientos. Indudablemente, una de las más delicadas fue la del Santísimo Cristo de la Expiración, el Cachorro, tras el nefasto incendio de 1973. En aquella ocasión, los hermanos Cruz Solís tuvieron que intervenir seriamente a la talla de Ruiz Gijón, cuyas piernas habían sufrido el efecto de las llamas, devolviéndolo a su estado natural tras meses de actuaciones. Se desplazaron expresamente desde Madrid para acometer tan magna empresa.

De manera más reciente, y aún de vivo y feliz recuerdo -aunque no exenta de ligerísima polémica-, es justo recuperar la restauración practicada sobre la imagen de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, que se hallaba en un estado preocupante debido al paso del tiempo y, sobre todo, la suciedad. Isabel Pozas y los propios Cruz Solís intervinieron a la imagen durante tres semanas en la propia Basílica, hasta que los devotos se reencontraron con él en un multitudinario besamanos a finaleas de julio. Era el año 2006, y el Señor nos ofrecía un rostro dulcificado, cercano a la gubia del propio Juan de Mesa, gracias a la retirada de dichas capas -hasta un milímetro de grosor de sucidad- y la reintegración de policromías necesarias. Una actuación vital y tras la que, hoy día, todos continuamos reconociendo al Gran Poder.
Entre otras restauraciones señaladas encontramos, por ejemplo, la de María Santísima de la Estrella, en el año 2010, por el IAPH, que permitió incluso arrojar la hipótesis de su autoría por parte de Luisa Roldán. Por aquel entonces, se actuó en la retirada de una varilla metálica que recorría el interior de la imagen desde la cabeza hasta el candelero, introducido en el 1977 por Peláez del Espino y que produjo tensiones y fisuras. También se actuó ligeramente en la policromía y se sustituyó el candelero y brazos.
Por último, podremos señalar la restauración en esta última década de la Virgen de los Reyes, practicada también por el profesor Arquillo en 2015 y que le permitió restaurar vetas de encarnadura, o la de la Virgen del Dulce Nombre, que fue intervenida durante tres meses en 2016 por Carmen Bahima, una actuación que logró devolver el aspecto casi primigenio de la dolorosa de Castillo debido a la suciedad que presentaba igualmente la policromía. Más recientemente, destacamos la intervención de Carrasquilla sobre la Amargura, donde precisamente también se sustituyeron las pestañas, o la de la Virgen de la Salud de San Gonzalo por Pedro Manzano en 2013, con una limpieza integral y la restauración de las manos.
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