La verdadera corrupción

25 de junio 2025 - 03:06

Los casos que estamos conociendo de Koldo y Ábalos y Cerdán nos están distrayendo de los verdaderos casos de corrupción política que se están produciendo, y que por desgracia están pasando desapercibidos o al menos no se conocen bien. Porque los robos y las mordidas de Koldo y Ábalos y Cerdán son cosas que todo el mundo podía imaginarse y que ya hemos visto en otras etapas de nuestra historia democrática (con el PP, por ejemplo, o con los nacionalistas catalanes), pero los casos verdaderamente graves que está protagonizando el régimen sanchista –que es un régimen, o que tiene voluntad de ser un régimen, igual que lo fue el franquismo– son los que ponen en peligro la existencia misma del Estado de Derecho y la separación de poderes. Y hay muchos casos de esta otra corrupción invisible. Muchos.

El más importante de todos es el proyecto de reforma de la instrucción penal que tiene pensado el ministro Bolaños (que es a la vez el Fouché y el Goebbels de este Gobierno), un proyecto que pretende dejar la instrucción de los casos judiciales en manos de los fiscales, quienes a su vez dependen del fiscal general del Estado nombrado por el gobierno. En estas circunstancias, toda investigación judicial estaría controlada de un modo u otro por el gobierno de turno, en este caso el Gobierno sanchista (y lo más preocupante de este Gobierno es que aspira a perpetuarse en el poder porque no admite la alternancia política). Y en segundo lugar –porque es la otra pieza maestra de la operación encubierta de control ideológico de la justicia–, tenemos la reforma del acceso a la carrera judicial que también tiene prevista el ministro Bolaños y que en el fondo sólo pretende convertir en juez a toda persona que pueda acreditar su permeabilidad a la ideología sanchista. Y por último –ese es el tercer atentado grave contra nuestro Estado de Derecho–, tenemos el más que probable aval del Tribunal Constitucional (controlado por el sanchismo) a la ley de amnistía que en realidad está prohibida por la Constitución.

O sea, que no conviene distraerse con las fruslerías, amigos. Lo verdaderamente importante es la pulsión autoritaria de controlar por completo la justicia. Y de esto, ay, apenas se habla.

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