Buscando la Alameda

07 de julio 2025 - 03:08

El Ayuntamiento abre una oportunidad de reflexión sobre la Alameda, pues eso es en esencia un concurso de ideas, y en esta ocasión, además de los inevitables debates de oportunidad, necesidad y de herramienta política de apoyo o desgaste, tenemos la posibilidad de buscar la Alameda en su esencia e historia, porque como dicen mis amistades genetistas, con las que tanto me agrada hablar de ciudades y genética, todo está en el origen. Y creo que un buen punto de partida, con respeto a otras opiniones, para reflexionar sobre el futuro de ese lugar tan sevillano es pensar en cómo se creó. Porque la Alameda de Hércules no es un espacio urbano más, es desde su origen un lugar (locus), un espacio que ha sido transformado por la acción humana, adquiriendo un carácter y una personalidad únicos. Está cargado de memoria histórica y cultural. Aldo Rossi, un arquitecto que indagó sobre las relaciones entre arquitectura y ciudad, creía en el locus y en que la tradición y la cultura también son parte de los materiales que han edificado un lugar como la Alameda.

Pero, además, cuando en 1574 el Conde de Barajas desecó por insalubre, la laguna que existía entre el caserío sevillano, al respetar el vacío para convertirlo en un espacio amplio, alargado, arbolado y ajardinado, dedicado al paseo y esparcimiento, no solo estaba tomando una buena decisión para Sevilla, estaba creando algo genuino, único, que de inmediato se convirtió en un modelo: la alameda. Enseguida, en 1592, el Virrey de Nueva España crea la Alameda Central de la Ciudad de México, primer parque público de América, que aún hoy es un refugio en el mismo centro de la megalópolis mexicana. Y un fragmento de historia de ese rico país, como lo reconoce Diego Rivera en su mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, que la representa en un ambiente onírico como lugar de encuentro de los personajes más importantes de la historia de México.

Pocos años después, en 1611, el Virrey del Perú manda construir una alameda al estilo de la de Sevilla, llamándola Central y después de Los Descalzos por la proximidad al convento de los franciscanos. Esa misma que forma parte de nuestra educación sentimental, que va “del puente a la alameda”, como la flor de la canela de Chabuca Granda, evocando la excelencia de la belleza a ritmo de vals peruano. Hay más ejemplos, como el Paseo de la Alameda de Valencia, también del siglo XVII, mucho antes que los salones ilustrados del Prado y otros. Sevilla, Ciudad de México, Lima, un eje esencial en el que situar la importancia de la Alameda de Hércules y su futuro: un espacio amplio, ajardinado y muy muy arbolado, con agua y fuentes para la estancia y el paseo y abierto a usos de barrio y ciudad. Si eso es lo que queremos, creo que vamos bien encaminados, pues eso es lo que fue y lo que nunca debe dejar de ser.

stats
OSZAR »