Acuerdo China-EEUU: segundo acto
SORPRENDENTEMENTE, las conversaciones que han mantenido China y EEUU en Ginebra han dado como resultado un acuerdo histórico. Una bajada de aranceles mucho más fuerte de lo esperado. Tanto EEUU como China reducen sus aranceles. EEUU reduce desde el 145% al 30% su arancel a China para todas las importaciones y China reduce desde el 125% al 10% su arancel a las importaciones desde EEUU. Ambos se dan una prórroga de 90 días para continuar las negociaciones hasta llegar al acuerdo final. Los aranceles del 30 % y 10% empezarán a aplicarse desde el día 15 de este mes durante los 90 días de prórroga, hasta el acuerdo final. Las conversaciones han cambiado de tono. Los negociadores han manifestado que fueron dialogantes y respetuosas. El tono amenazante de EEUU desapareció. También acordaron constituir un mecanismo de consulta permanente para continuar las negociaciones.
En mi opinión ha sido un acuerdo inevitable. La alocada subida de aranceles de Trump a China hasta el 145%, como ha afirmado Scott Bessent, secretario del Tesoro de EEUU, suponía un embargo al comercio entre ambos países. En tan solo unos días el comercio entre ambos países se estaba desplomando cerca del 60%, y el fenómeno de “estanterías vacías” empezaba a percibirse en el comercio y supermercados de EEUU. Las llamadas de banqueros y comerciantes a Trump y su equipo eran insistentes: la situación no se podía mantener mucho tiempo. La interdependencia de ambas economías es tan fuerte que es imposible plantearse una desconexión total entre ambos países. La probabilidad de una recesión en EEUU se disparó.
La desconexión total entre ambos países no es el objetivo perseguido por Trump ni por Xi Jinping, conscientes de que este resultado provocaría una ruptura de las cadenas de distribución globales y una recesión mundial en un momento en que ambas economías no atraviesan su mejor momento: EEUU con riesgo de estanflación y China con una desaceleración y una crisis inmobiliaria todavía no resuelta. Trump había llevado las negociaciones a un callejón sin salida. El primer acto lo ha ganado Xi Jinping, que ha mantenido el pulso a Trump, con una postura de fuerza y resistencia, esperando pacientemente, sin descomponerse, ni entrar en pánico, que es lo que pretendía Trump con su alocada subida de aranceles.
A partir de ahora continua el segundo acto de esta representación teatral. La estrategia de China no cambiará mucho. Xi Jinping seguirá con la misma estrategia de serenidad, fortaleza y de respuesta de “ojo por ojo”, pero sin extralimitarse, como ha hecho hasta ahora. Sabedor de que tiene cartas que pueden ser ganadoras. La primera carta es la del tiempo: Xi Jinping no tiene prisa, su mandato está garantizado por tiempo indefinido, por el contrario, Trump está sometido al plazo de las elecciones. Otras cartas son el dominio de las tierras raras, de las cuales China tiene el 80% de su producción y procesamiento, de las cuales se obtienen metales críticos para las empresas tecnológicas de EEUU. El 30% de sus necesidades las importa EEUU desde China. Una segunda carta, que todavía China no ha utilizado, es que es el banquero principal de EEUU: tras Japón, es el segundo mayor poseedor extranjero de deuda pública estadounidense.
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