Oro, seda, sangre y sol: los Machado y los toros

La UIMP dedica su curso de tauromaquia a la compleja relación de los poetas sevillanos con la fiesta.

Antonio Machado en la RAE: poesía, paisaje, sentimiento

Ricardo Torres, ‘Bombita’, un torero por el que Antonio Machado expresó admiración.
Ricardo Torres, ‘Bombita’, un torero por el que Antonio Machado expresó admiración. / D. S.

“Una nota de clarín / desgarrada, / penetrante, / rompe el aire con vibrante / puñalada... /Ronco toque de timbal. / Salta el toro / en la arena. / Bufa, ruge... / Roto, cruje / un capote de percal...”. Manuel Machado, el autor que por esos años –la primera década del siglo XX– confesaría en los versos de su Retrato que “antes que un tal poeta, mi deseo primero / hubiera sido ser un buen banderillero”, describió en otros versos, los de La fiesta nacional, la admiración, el deslumbramiento y el sobresalto con que viven los espectadores una corrida de toros. “La hermosa fiesta bravía / de terror y de alegría / de este viejo pueblo fiero... / ¡Oro, seda, sangre y sol!”, exclamaba el sevillano en esa obra.

Tras estudiar en la edición del pasado año la relación entre la Generación del 27 con el universo de la lidia, la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y la Real Maestranza de Caballería dirigen de nuevo su curso de tauromaquia a los terrenos de la poesía y en esta ocasión exploran el vínculo que los hermanos Machado tuvieron con los cosos. La tauromaquia y los Machado. De Cúchares a los Gallo arranca este domingo y se desarrollará hasta el miércoles en dos escenarios destacados en la vida de los poetas: la Casa de los Pinelo, sede de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, institución a la que pertenecieron, y el Palacio de Dueñas, donde se ubicaría el paraíso de la infancia. El curso, dirigido por la escritora y periodista Eva Díaz Pérez y el torero y apoderado Eduardo Dávila Miura, busca profundizar más allá de esa división que coloca de nuevo, aquí quizás también equivocadamente, en distintos bandos a Manuel y a Antonio, al primero como aficionado entusiasta y al segundo como antitaurino.

Tras un taller didáctico programado para hoy, en el que se llevará a los alumnos a la Plaza de Toros y se les facilitarán las claves sobre cómo ver una corrida, las ponencias empezarán mañana (a las 16:30 en la Academia de Buenas Letras) con la charla de Eva Díaz Pérez Los Machado en el coso nacional. España a través de la tauromaquia, a la que seguirá la mesa redonda Hazañas taurinas en la época de los Machado. De Cúchares a los Gallo, una nómina que repasarán el escritor y empresario Rafael Peralta Revuelta y el periodista Paco Aguado, creador de libros sobre Morante y Joselito el Gallo, dentro de una jornada que acabará con el perfil que el catedrático Rogelio Reyes Cano ha preparado sobre Antonio Machado y los toros.

La postura del autor de Campos de Castilla frente a los espectáculos taurinos conoció diversos momentos: el interés inicial, el rechazo posterior, la observación mesurada de la madurez. Entre los primeros textos que firmaron, en los comienzos, por separado pero también conjuntamente los dos hermanos en la revista satírica La Caricatura, “Antonio demuestra por las crónicas y los comentarios que sabe de toros”, señala Eva Díaz Pérez a este periódico. Sabe y disfruta de las faenas: en una carta enviada en 1896 a Manuel le relata una corrida en la que Bombita se erigió en “héroe”. Pero la sensibilidad del poeta avanza hacia el pensamiento regeneracionista, y Antonio asociará los toros a “señoritos provincianos”, a gente sin inquietudes ni conciencia crítica, “que no tiene más ambición que ver la corrida de los domingos”, prosigue Díaz Pérez sobre esa “España de charanga y pandereta”.

Manuel Machado inspiró a los poetas que le siguieron con los versos de ‘La fiesta nacional’

Pero atravesará siempre la obra de Antonio Machado “un léxico muy taurino”, y el tiempo hará que el autor observe la lidia con moderación: a través de la figura de Juan de Mairena “ya no enjuicia ni critica. Quintaesencia la tauromaquia como metáfora de España, toma distancia y analiza lo que significa ese ámbito más allá de la pura corrida, como si fuera algo propio del alma del país”, argumenta Díaz Pérez sobre un ámbito que el heterónimo de Machado considera “cosa tan nuestra –y tan vuestra, sobre todo– y, al mismo tiempo, ¡tan extraña! He de insistir, sin ánimo de molestar a nadie, sobre el hecho de que sea precisamente lo nuestro aquello que se nos aparece como más misterioso e incomprensible”.

El martes, en la Academia de Buenas Letras, La tauromaquia y los Machado continuará con el catedrático de la Universidad de Jaén Rafael Alarcón Sierra y su disertación Manuel Machado va a los toros. “Sin olvidar otros textos, me centraré sobre todo en su poema La fiesta nacional: su génesis y su edición sucesiva en partes, entre 1905 y 1909; su carácter de poema completo sobre las distintas suertes de la lidia, sus aciertos visuales y su dinamismo”, cuenta el especialista, responsable entre otros logros de su trayectoria, junto con Antonio Rodríguez Almodóvar, de la recuperación de una obra de teatro inédita de los hermanos Machado, La diosa Razón, una de las joyas escondidas de los fondos que custodia la Fundación Unicaja. En su intervención, Alarcón Sierra mostrará cómo Manuel Machado abrió con La fiesta nacional una senda por la que caminaron otros autores como Lorca, Alberti, Miguel Hernández o Gerardo Diego, seducidos también por la poesía taurina. La tarde del martes reserva también otros atractivos: un recital (con proyecciones) de La fiesta nacional a cargo de Eva Díaz y Rafael Peralta, y una conferencia de Alfonso Guerra, comisario de la exposición Los Machado. Retrato de familia, titulada Antonio Machado, su visión de los toros.

El curso se traslada el miércoles al Palacio de Dueñas, la casa en la que vino al mundo Antonio Machado y un espacio de marcada tradición taurina. Tras las charlas de Eva Díaz (La Arcadia infantil de los hermanos Machado) y Rafael Peralta (La Casa de Alba y los toros), habrá una clase práctica de toreo de salón con Eduardo Dávila Miura e Ignacio Moreno de Terry Enríquez. “Damos la oportunidad a los alumnos de que cojan capotes, muletas, pongan el par de banderillas al carro, que adquieran breves nociones de lo que es la técnica del toreo”, expone Dávila Miura, feliz de hermanar la lidia con otras disciplinas gracias a este curso y de dialogar con espacios singulares: el año pasado, recuerda el diestro, la clase de toreo de salón transcurrió en el Cortijo de Pino Montano, propiedad de Ignacio Sánchez Mejías y uno de los enclaves donde empezó la aventura colosal de la Generación del 27.

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