Baroja en el Malecón
Cátedra recupera, en edición de Alejandro Luque, Memorias del subdesarrollo, breve y significativa novela del cubano Edmundo Desnoes llevada al cine por Gutiérrez Alea en 1968

La ficha
Memorias del subdesarrollo. Edmundo Desnoes. Edición de Alejandro Luque. Cátedra. Madrid, 2025. 230 págs. 16,95 €
Publicada en 1965, Cátedra recupera esta obra reflexiva y agónica del escritor cubano Edmundo Desnoes, que ya había publicado la editorial Mono Azul, con leves diferencias, en 2006. La edición está al cargo del periodista y escritor Alejandro Luque, quien también ha editado recientemente, en Renacimiento, los textos de Desnoes dedicados a la pintura cubana. Textos cuya pertinencia se debe al estrecho conocimiento pictórico de Desnoes, atribuible, entre otras circunstancias, a su amistad con el excelente pintor cubano Wifredo Lam. En un apéndice final, incluido por Luque para esta edición, “Epílogo para la gente nueva”, Desnoes hace una breve y no exhaustiva enumeración de sus referencias literarias al escribir dicha obra. Entre ellas (Camus, el Lazarillo, el Quijote, Hemingway, Dostoievski...) Desnoes destaca “el desenfado verbal” de Baroja en El árbol de la ciencia como uno de sus modelos, siendo la “sombra” de El extranjero aquella que prefigure y se proyecte, en mayor modo, a juicio del autor, sobre sus Memorias del subdesarrollo.
Desnoes une a la trama confesional un retrato de la Cuba revolucionaria de los 60
Esta ligereza de Baroja en un escritor caribeño no es, sin embargo, el único señuelo literario de Desnoes. Memorias del subdesarrollo, con su modelo existencialista, con su fuerte nihilismo, que pudiera ser barojiano tanto como de Camus, es también una delicada trama confesional, liviana y azarosa, que ofrece, sin embargo, un sólido retrato del cubano disconforme con los logros de la Revolución, desde la perspectiva de un hombre antaño acomodado. A ello se añade una parte final, angustiosa y urgente, en la que se da cuerpo literario a un hecho real, como fue el miedo a la conflagración atómica, a consecuencia de la crisis de los misiles en Cuba. Este carácter delirante de la aniquilación total (según Hobsbawn, las generaciones venideras no entenderán el miedo propio de la Guerra Fría, como nosotros no alcanzamos a comprender la persecución de las brujas), otorga un sentido último a esta conciencia de subdesarrollo -Cuba como apéndice menor de las superpotencias- con que se hilvana el libro. Un libro, por lo demás, que se cierra con cuatro relatos, considerados como parte integral de esta visión/memoria/antología de la Cuba de los 60. De una Cuba, digamos, ordenancista, provinciana y atómica.
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