El cambio climático golpea con más fuerza a los viñedos europeos
Un estudio internacional alerta de que la viticultura mundial se enfrenta a impactos desiguales que dificultan la adaptación; especialmente en zonas como España o Italia

El cambio climático está alterando profundamente el cultivo de la vid en todo el mundo, con consecuencias especialmente marcadas en Europa, según un estudio global publicado en la revista científica PLOS Climate.
La investigación, liderada por la ecóloga Elizabeth Wolkovich, de la Universidad de British Columbia, advierte que las regiones vitivinícolas más tradicionales están viendo cómo aumentan las temperaturas extremas durante el ciclo de crecimiento de la uva, lo que repercute directamente en la calidad del vino y en la sostenibilidad del sector.
España, entre los países más afectados
En este nuevo análisis global, que abarca datos de más de 500 variedades de uva y 10 indicadores climáticos clave, se observa que el impacto del calentamiento global varía según la región y la fase del ciclo anual de la vid. España, uno de los mayores productores de vino del mundo, se encuentra entre los países donde más se han incrementado los días de calor extremo, con temperaturas superiores a los 35 ºC (95 ºF).
"Informes recientes sobre el descenso de la producción en España e Italia (donde el regadío es históricamente menos común) citan las sequías como una de las causas. Así, al igual que el aumento del calor puede afectar en mayor medida a las regiones más cálidas, la sequía en las regiones más secas puede tener las mayores repercusiones, siendo el Mediterráneo una de las regiones que más se está secando debido al cambio climático", explica el informe.
Estos episodios de calor no solo adelantan la maduración de las uvas, sino que también elevan los niveles de azúcar, lo que puede alterar el perfil aromático del vino y dificultar el equilibrio entre alcohol, acidez y frescura, tan característico de los vinos españoles.
Las diferencias regionales complican la respuesta global
El estudio concluye que no existe una única fórmula de adaptación al cambio climático en la viticultura, ya que los impactos varían mucho entre regiones. Mientras Europa enfrenta aumentos drásticos de temperatura y extremos térmicos durante la temporada de cultivo, en América del Norte los cambios han sido más suaves, con menores aumentos en temperaturas medias y días extremadamente calurosos.
Este desequilibrio dificulta que los viticultores compartan estrategias comunes de adaptación. Tal como señala la autora principal, Dra. Wolkovich, “me sorprendió mucho el nivel de calentamiento global, pero especialmente en Europa, donde nuestros resultados muestran claramente cuánto se ha calentado la temporada de crecimiento debido al cambio climático antropogénico". "Como alguien que ha visitado Europa durante más de 15 años, he presenciado el aumento de las olas de calor, pero observar los datos, y la magnitud del cambio que enfrentan los productores, fue aleccionador e incluso mayor de lo que esperaba", añade.
Un trabajo colaborativo con participación española
La investigación ha sido posible gracias a una colaboración internacional que ha incluido expertos en climatología, genética de la vid, modelización de cultivos y macroecología procedentes de países como Francia, España, EE. UU. y Canadá. En el caso de España, ha sido clave el acceso a los datos históricos del INRAE - Domaine de Vassal, que ha recopilado durante décadas información valiosa sobre el comportamiento de las uvas frente al clima.
Los autores del estudio insisten en la necesidad urgente de adaptar el cultivo de la vid a las nuevas condiciones climáticas. En el caso español, esto podría implicar la necesidad de introducir variedades más resistentes al calor, ajustar fechas de poda y vendimia, implementar sistemas de riego más eficientes, o reubicar viñedos en zonas más frescas o en altitudes más elevadas.
Además, es fundamental que las políticas agrícolas incluyan medidas específicas para proteger al sector vitivinícola español, que no solo es una fuente de ingresos económicos, sino también un patrimonio cultural profundamente arraigado en muchas comunidades rurales.
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