¿Dónde está, oh sombra, tu victoria?

La Caja Negra

En la Avenida por fin se instalan toldos y en noviembre llegará el arbolado a la remozada calle Juan Sebastián Elcano

El quite del abanico y la sonrisa del régimen en la Plaza Nueva

Cuando en Sevilla echamos de menos lo inimaginable

Las obra de reurbanización de la calle de Juan Sebastián Elcano, en el barrio de Los Remedios
Las obra de reurbanización de la calle de Juan Sebastián Elcano, en el barrio de Los Remedios / M. G.

El arquitecto técnico Rafael Llácer Pantión es de los escasos usuarios de redes sociales que aportan sabiduría y enfoques originales en sus comentarios. Da gusto cómo explica la importancia de cuidar los paisajes urbanos para hacer las ciudades más cómodas para los transeúntes, la necesidad de colocar bien las losetas de un pavimento, los dibujos que realiza de su amada Cádiz y su constante preocupación por la sombra en una Andalucía castigada por el calor. Con sencillez, con un innegable carácter divulgativo, sin pretensiones y sin herir. Se presenta a sí mismo como observador urbano. Y podríamos afirmar sin exageración alguna que es un finísimo escrutador de toda realidad que lo rodea. "Cuando dibujas pasas de mirar a ver", dice. Cierto. Y cuando se conoce algo, caso de la ciudad, es cuando de verdad se valora y se puede amar.

El profesor Llácer realizaba el otro día una interesante reflexión sobre los espacios públicos: "Cada alcalde al dejar su cargo debería indicar cuántos árboles se han plantado en su mandato, en alcorques vacíos y acerados baldíos". ¡Se aprueba! En las declaraciones de bienes y patrimonio que los políticos realizan a la entrada y a la salida del puesto se debería precisar cuántos árboles han plantado, cuántas fuentes han colocado en las calles y plazas y cuántos nuevos metros cuadrados de superficie de albero han dejado. Sería la prueba de la lucha contra el Moscú sevillano, que no es el del rojerío de los años treinta, sino la respuesta necesaria a una ciudad que debería cuidar la sombra con mimo y esmero en todos sus espacios urbanos. En la Avenida de la Constitución ya se instalan toldos. ¡Por fin! Estamos metidos en julio, pero nunca es tarde si se tiene en cuenta que lleva veinte años a la intemperie desde la obra de construcción del tranvía. Ay, aquellos frondosos árboles que perdimos en el tramo más próximo a la Puerta de Jerez. ¡Cuánto se echan de menos! Con los años nos pusieron unos tan nuevos, pero tan pequeños a la vera de la Catedral que fueron bautizados como la sombra mínima. ¡Bienvenidos sean los toldos en cualquier caso! Y que el próximo año estén ya puestos cuando pasen los niños carráncanos del Sagrario que abre la comitiva del Corpus.

También nos anuncian que en noviembre llegará el arbolado a la remozada calle Juan Sebastián Elcano. Tarde en lo que respecta a este verano, pero sea también bienvenida su plantación. Que sean buenos árboles, de tamaño generoso y que proporcionen un ambiente agradable. La calle tiene 600 metros de longitud que ahora mismo se recorren bajo un sol de justicia con el sufrimiento añadido de oír los chapuzones de los niños de la piscina del Labradores. Hiere los sentidos ver espacios urbanos tan abiertos y desamparados, como ocurrió con el Paseo del Marqués de Contadero cuando la Gerencia de Urbanismo se metió a dejarla pelada de sombra. La obra no estará terminada mientras la calle no tenga sombra natural. Todos los contratos de remodelación urbanística de una ciudad como Sevilla deberían incluir la cláusula sombra. No podemos pasarnos veinte años con una Avenida inhóspita. Es una chapuza quitar los coches para dejarnos desprotegidos al sol, con decenas de veladores bicis, patinetes y el pavimento reventado. ¿Dónde está, oh sombra, tu victoria? Cuando ella debería ser prioritaria si queremos una ciudad verdaderamente habitable. Sigan las cuentas como las del profesoer Llácer. Sus comentarios ayudan a comprender, querer y defender la ciudad.

stats
OSZAR »