El apagón sobre el balance de la Semana Santa
El Fiscal
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No deberíamos olvidar, ni ser complacientes. Tenemos la Feria encima, un cónclave y una gran procesión con el Cachorro en Roma. Y hemos sufrido una final de fútbol. ¿Quién se para ahora a analizar las deficiencias de la pasada Semana Santa? Bien decía el presidente Francisco Vélez que había que hacer ese balance cuando se tiene la experiencia fresca. Pero no hemos pasado de declaraciones, excusas y silencios. Una suerte de ya pasó y vamos a pasar página. Es cierto que la Feria exige de nuevo una gran concentración y tensión de los servicios municipales, pero se debía haber fijado la fecha de esa reunión, de la puesta en común para tomar nota de los deberes y ponerse a trabajar en los objetivos en cuanto pase el verano. Muchas cofradías celebran en la semana de pascua sus juntas de disciplina con ese loable propósito. No se trata de una sesión laudatoria, sino de levantar acta de lo que no se debe repetir bajo ningún concepto, oír las opiniones de quienes han estado a pie de calle, reflexionar sobre la evolución de una fiesta que se nos está yendo de las manos, evaluar cómo influyen los fenómenos de hoy (el turismo) y prever las nuevas necesidades. ¿Alguien ha hecho ese balance oficial, alguien ha promovido esa reunión formal como la que en su día tuvo lugar en el Ayuntamiento tras la última Madrugada con tumultos? No nos referimos al muy saludable acto de convivencia con los cuerpos policiales con presencia de autoridades, sino a una jornada de trabajo. El resultado de la Semana Santa de 2025 merecía esa reunión con toda oficialidad, importancia y seriedad, más allá del cruce de palabrería. Al menos nos quedarán los análisis en la prensa y la entrevista que Reyes Rocha hizo al presidente del Consejo. "Hay que reflexionar sobre lo ocurrido en Semana Santa ahora que está fresco".
No nos extraña que haya quienes prefieran pasar página cuanto antes, porque la Semana Santa, con algún acierto evidente y meritorio como la reacción del Ayuntamiento en el incidente de Relator, no ha salido bien. Y la realidad ha ayudado a que olvidemos muy pronto, incluido el apagón eléctrico del pasado lunes. De pronto se nos han olvidado los excesos en ciertas medidas, el resultado poco satisfactorio que ha merecido la vía sacra de la Catedral (nazarenos yendo al urinario como coches de Fórmula 1 entrando en boxes) y la descorazonadora evolución del comportamiento del público en la calle. Las juntas de disciplina no están para culpar a nadie, se dice en las cofradías, pero sí para tomar decisiones que mejoren el resultado al año siguiente. Es revelador que con la importancia que tiene la Semana Santa de Sevilla y con los episodios que hemos sufrido desde 2000, nadie haya instaurado esa reunión de análisis global en el inicio de la semana de pascua. No valen los resúmenes estadísticos, ni las lecturas triunfantes. A la actual junta superior del Consejo le queda un año de gobierno, lo que debe conceder más libertad a sus componentes a la hora de denunciar y reivindicar. Deberían ir más sueltos en la defensa de la Semana Santa.
Adquiere fuerza el debate sobre el número de nazarenos. Hay quien tiene claro que la solución está en la demografía. Las cifras auguran una bajada, según los defensores de esta teoría. La exigencia de tres años como hermano antes de la primera salida no sería tanto una restricción como una regulación. Bien. Hay cofradías que ya hacen esperar a quienes desean ser hermanos, ralentizan el proceso para evaluar el verdadero interés o, incluso, limitan la entrega de solicitudes a meses posteriores para el verano. Se trata de evitar el furor posterior a la Semana Santa. Esto es, son prácticas que ya se aplican. Pero los cortejos no paran de aumentar. Es curioso: cada vez hay más nazarenos, pero el público es peor. Sí, es peor porque no nos podemos mover como siempre nos habíamos desplazado.
El pertiguero
Primer golpe. Tam-tam electoral en el Arco. Tres candidaturas en la Macarena. La tensión está garantizada. Mala, mala, muy mala cosa. No es una buena noticia. Segundo golpe. Hay teóricos de todo tipo, alguno vaticina con papeles por delante que ganará "el tercero". Tercer golpe. Ha quedado demostrado que José Antonio Fernández Cabrero ha sido, es y será la "excepción cántabra". La hermandad no cambió de casa reinante ni de perfil de hermano mayor, más bien apostó por un señor que se ganó por dos veces una confianza masiva. Un caso particular, singular, excepcional. Un mérito personal sin precedentes. Y ciriales arriba. Murió el Papa y muchos, muchísimos, preguntaron qué pasaba con la procesión de Roma. Cada loco con su tema, decia la canción. ¡Vamos al tachiro!
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